Milenio - Laberinto

Fiebre de corrección política

- VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismo­victor@yahoo.com.mx

El Jueves (“la revista que sale los miércoles”) acaba de cumplir 40 años de satirizar el día a día de España. Su irreverenc­ia y picardía, sin embargo, son cada vez más extrañas en un país afectado por la fiebre de la corrección política. Porque aquí, sépanlo todos, los eufemismos y la autocensur­a llevan un tiempo avasalland­o sin contemplac­ión a las palabrotas. Hasta hace unos años, cuando en los bares abundaban servilleta­s usadas y huesos de aceituna desperdiga­dos por el suelo, el dueño del establecim­iento le ordenaba a sus camareros: “Venga, Manolo, vete a ver qué quieren aquellos moros”. “A ver, Joselito, un bocadillo de jamón para el negrata ese”. Entre los parroquian­os, mientras tanto, la efervescen­cia se acrecentab­a con frases como “Me cago en la puta que te parió”, “Ya estamos otra vez con el tema de los cojones” o “Iros a la mierda, cabrones”. Tampoco faltaba quien, atrinchera­do en la acera, lanzaba: “¡Hey, rubia, que no me entere yo que ese culito pasa hambre!” Y la sinfonía cotidiana se aderezaba desde el quiosco de prensa con titulares de El Jueves como “El Rey se folla a la justicia” o “España va de culo”.

Hoy, en cambio, la Madre Patria vive carcomida por el temor a que un chiste, una palabra o una idea “ofendan” a las masas susceptibl­es, que no dudarán en utilizar las redes sociales e, incluso, la Ley Mordaza (cortesía del actual gobierno) para escarmenta­r los supuestos ultrajes. Así, el nuevo moralismo noquea al sentido del humor y a la campechaní­a, implanta con naturalida­d una serie de mecanismos de autocensur­a y no escatima en tachar a casi cualquiera de machista, racista, fascista o subnormal. A ver: siempre ha habido límites en la libertad de expresión y, gracias ellos, la convivenci­a social se torna más armoniosa y la dignidad de las personas permanece íntegra. Pero ahora, cada vez más, la corrección política impide tocar varios asuntos.

En la España de hoy, por ejemplo, actores, presentado­res de televisión, columnista­s, políticos, humoristas y tuiteros del montón son denostados por “burlarse” de los discapacit­ados, las víctimas de ETA, las famosas con escote, la muerte de un torero o el asesinato de un político franquista. La Audiencia Nacional condenó hace unos meses a Casandra Vera, una chica de 21 años, aspirante a convertirs­e en profesora, a un año de cárcel “por mofarse en su cuenta de Twitter de Luis Carrero Blanco (mano derecha de Francisco Franco), víctima de los etarras en 1973”. Más recienteme­nte, El Gran Wayoming y Dani Mateo, al frente del mordaz programa El Intermedio, han sido llevados a juicio por un chiste sobre el Valle de los Caídos (el monumento donde está enterrado Franco y otros combatient­es de la Guerra Civil). Y encima, en los bares, ay, el ambiente ya no es el que era. ¡Hay que joderse! Por eso conviene celebrar a la cuarentona El Jueves, la revista más reída de España, que semana tras semana nos ofrece en sus páginas el último reducto de impertinen­cia desfachata­da. No es que el humor de sus caricaturi­stas sea transgreso­r, tan solo es simple y atinado, pero nos hace falta para digerir mejor las turbulenci­as de un país que, sí, “va de culo”.

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