Fiebre de corrección política
El Jueves (“la revista que sale los miércoles”) acaba de cumplir 40 años de satirizar el día a día de España. Su irreverencia y picardía, sin embargo, son cada vez más extrañas en un país afectado por la fiebre de la corrección política. Porque aquí, sépanlo todos, los eufemismos y la autocensura llevan un tiempo avasallando sin contemplación a las palabrotas. Hasta hace unos años, cuando en los bares abundaban servilletas usadas y huesos de aceituna desperdigados por el suelo, el dueño del establecimiento le ordenaba a sus camareros: “Venga, Manolo, vete a ver qué quieren aquellos moros”. “A ver, Joselito, un bocadillo de jamón para el negrata ese”. Entre los parroquianos, mientras tanto, la efervescencia se acrecentaba con frases como “Me cago en la puta que te parió”, “Ya estamos otra vez con el tema de los cojones” o “Iros a la mierda, cabrones”. Tampoco faltaba quien, atrincherado en la acera, lanzaba: “¡Hey, rubia, que no me entere yo que ese culito pasa hambre!” Y la sinfonía cotidiana se aderezaba desde el quiosco de prensa con titulares de El Jueves como “El Rey se folla a la justicia” o “España va de culo”.
Hoy, en cambio, la Madre Patria vive carcomida por el temor a que un chiste, una palabra o una idea “ofendan” a las masas susceptibles, que no dudarán en utilizar las redes sociales e, incluso, la Ley Mordaza (cortesía del actual gobierno) para escarmentar los supuestos ultrajes. Así, el nuevo moralismo noquea al sentido del humor y a la campechanía, implanta con naturalidad una serie de mecanismos de autocensura y no escatima en tachar a casi cualquiera de machista, racista, fascista o subnormal. A ver: siempre ha habido límites en la libertad de expresión y, gracias ellos, la convivencia social se torna más armoniosa y la dignidad de las personas permanece íntegra. Pero ahora, cada vez más, la corrección política impide tocar varios asuntos.
En la España de hoy, por ejemplo, actores, presentadores de televisión, columnistas, políticos, humoristas y tuiteros del montón son denostados por “burlarse” de los discapacitados, las víctimas de ETA, las famosas con escote, la muerte de un torero o el asesinato de un político franquista. La Audiencia Nacional condenó hace unos meses a Casandra Vera, una chica de 21 años, aspirante a convertirse en profesora, a un año de cárcel “por mofarse en su cuenta de Twitter de Luis Carrero Blanco (mano derecha de Francisco Franco), víctima de los etarras en 1973”. Más recientemente, El Gran Wayoming y Dani Mateo, al frente del mordaz programa El Intermedio, han sido llevados a juicio por un chiste sobre el Valle de los Caídos (el monumento donde está enterrado Franco y otros combatientes de la Guerra Civil). Y encima, en los bares, ay, el ambiente ya no es el que era. ¡Hay que joderse! Por eso conviene celebrar a la cuarentona El Jueves, la revista más reída de España, que semana tras semana nos ofrece en sus páginas el último reducto de impertinencia desfachatada. No es que el humor de sus caricaturistas sea transgresor, tan solo es simple y atinado, pero nos hace falta para digerir mejor las turbulencias de un país que, sí, “va de culo”.