“Somos mirones de la tragedia de otro”
El hombre que vio demasiado documenta el trabajo del fotorreportero Enrique Metinides, pionero de la imagen de nota roja
Alo largo de su vida, Enrique Metinides ha visto cientos de muertes y accidentes. Desde pequeño encontró en la nota roja su campo de acción. A fuerza de ver y tomar fotografías se convirtió en un maestro de la composición. Paradójicamente, su trabajo ha sido más reconocido en Estados Unidos e Inglaterra que en México. Con el propósito de hacerle algo de justicia, Trisha Ziff lo convierte en protagonista de su celebrado documental El hombre que vio demasiado.
¿Cómo comienza a trabajar con Enrique Metinides, con quien lleva colaborando diez años?
Lo conocí e ideamos hacer un libro sobre sus fotografías. Se tituló 101 tragedias de Enrique Metinides. Ahí fue cuando descubrí que tiene un ojo extraordinario. El documental pretende darlo a conocer pues no es muy reconocido en su propio país. Sus fotografías tienen una gran calidad artística. Sin embargo, nunca pretendió serlo y no se considera artista.
Su película aborda de manera tangencial la forma en que nos relacionamos con la violencia.
Así como aumenta el número de habitantes, aumenta la violencia. Metinides mismo dice que la violencia ha cambiado; ahora hay más agresividad. Eso hace que haya más que reportar. Sin embargo, no sé en qué momento los editores decidieron presentar los crímenes como lo hacen actualmente. Supongo que obedece a que la violencia vende y eso es lo que quieren los periódicos. Por otro lado, nuestra relación con la violencia viene desde antes del colonialismo.
¿El abundante consumo de imágenes violentas o de nota roja nos ha inmunizado frente al impacto de este tipo de hechos?
Creo que depende del tipo de persona. A unos los ha sensibilizado más, incluso al nivel del activismo. A otros, en cambio, los ha vuelto insensibles. Sin embargo, son temas que deben salir y conocerse. No podemos darnos el lujo de esconder esta realidad. Aunque al verla constantemente le quitemos un poco de relevancia.
Su película tiene al menos tres vertientes: Metinides, personaje; qué es arte y qué no; y la relación de México con la violencia. ¿Siempre tuvo claro que éstas serían las líneas del documental?
Creo que las dos primeras vertientes las tenía muy claras, la última se fue dando conforme avancé en la investigación y más cuando trabajamos con los fotoperiodistas actuales. No obstante, siempre quise que todo estuviera unido en torno a la obra de Metinides.
Hay momentos en que vemos a Metinides callado e inactivo. En esos lapsos se le nota inquieto.
Me interesaba mostrar rasgos de su personalidad, y en esto el trabajo de Pedro García en la edición fue fundamental. Tiene buen ojo y creo que se adaptó muy bien al tema. Ambos captamos el carácter de Metinides y supimos transmitir su esencia divertida y obsesiva.
Es paradójico el prejuicio entre ciertos periodistas e intelectuales hacia la nota roja, a pesar de la curiosidad que despierta.
Puede ser que se menosprecien las fotografías que buscan el sensacionalismo. Sin embargo, no debe despreciarse al fotógrafo: él no acomoda las fotos en la portada. Estoy segura que hay muy buenos fotógrafos por ahí. Podemos condenar que se presenten en primera plana, pero no podemos negar que tenemos un lado morboso que nos lleva a echar una mirada, a ser mirones de la tragedia del otro. Quizá al final eso sea bueno porque nos permite valorar más nuestro momento, nuestro día y nuestra vida.