Milenio - Laberinto

Escribir

- VÍCTOR NÚÑEZ JAIME

Afuera, bajo un sol furioso, lugareños y forasteros se echan un clavado en la nostalgia. Hace ahora 25 años, España le gritó al mundo que era un país democrátic­o y moderno. Con los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 (y tres meses antes, con la Exposición Universal de Sevilla) los sueños de grandeza se desataron sin límites en esta península y se vislumbró la enorme probabilid­ad de llevarlos a cabo. Hoy, sin embargo, el despertar es más bien agridulce porque hay quien quiere aislar a aquella Barcelona cosmopolit­a y abierta, rompiendo la unidad de un país, y buena parte de los que cambiaron su rostro urbano están acusados de corrupción.

Adentro, en el auditorio de la Fundación Telefónica, en plena Gran Vía de Madrid, el tema es otro (aunque sea por un rato). Un puñado de escritores de distintas generacion­es y procedenci­as cuenta en una pantalla cuáles son los resortes que activan su impulso y pasión por escribir; por qué se ocupan de unos temas y no de otros; para qué sirve lo que hacen. También se quejan de “la cada vez más escasa presencia de la literatura en la vida actual”, mientras algunos más abanderan el optimismo y sostienen que, tomando en cuenta todos los medios soportes, ahora se lee más que nunca.

Una selección de 16 plumillas fue convocada por otros dos (José Ovejero y Edurne Portela) para realizar un documental al respecto. Se llama Vida y ficción. ¿Por qué seguimos escribiend­o? y es, sobre todo, un mosaico de reflexione­s sobre la función que cumple la literatura en nuestros días. Su calidad audiovisua­l no es óptima (está hecho de manera “artesanal” por dos prosistas y la música ha sido aportada por un editor), pero tiene el gran acierto de haber entrevista­do a los escritores, sin enviarles un cuestionar­io previo, en sus espacios privados de trabajo o en los lugares donde suelen pasear o inspirarse o donde ubican algunas de sus historias (una biblioteca, un dormitorio, un bosque, un desierto, un parque, cualquier calle).

La mayoría de los elegidos son españoles y de los pocos latinoamer­icanos convocados la mayoría vive aquí. Ovejero y Portela todavía no han encontrado distribuid­or para su documental y, por el momento, irán presentánd­olo en festivales literarios y ferias de libros. Además, lo están ofreciendo a canales de televisión, “a ver si quieren programarl­o”.

Ni el asunto ni las respuestas destilan novedad (y varios caen en lugares comunes: “escribo por vocación, por el placer de la lectura, por emular a los actores que admiro”), pero de vez en cuando conviene hacer un “corte de caja” para ver “cómo está el patio”. Y tal vez ya tocaba. Por lo que se ve, quienes escriben (y publican) hoy lo hacen para ayudar a comprender lo que pasó y lo que pasa: “escribir es una forma de huir”, admite Fernando Royuela. “La novela te salva de la disolución y te une a los demás”, reflexiona Rosa Montero. “Escribo sobre el desengaño, porque las cosas no son lo que uno creía”, afirma Antonio Orejudo. “Escribo para que los lugares no nos olviden”, reconoce Juan Carlos Méndez Guédez. “Creo que todo Yo es un Nosotros encubierto”, cavila Andrés Neuman. “Escribir es el lugar donde protegemos partes del olvido”, explica Juan Gabriel Vásquez. Nada más, pero nada menos.

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