LA CORBATA DE GOYTISOLO
Antes de su muerte, y más después de su muerte, la “corbata” de Juan Goytisolo se ha ganado el estatuto de símbolo. Él mismo, como a menudo ocurría en su caso, así lo alentó al confesar, en algunas declaraciones, que era la “única” corbata que tuvo en su vida. ¿Símbolo de qué? Símbolo del repudio a las galas de la indumentaria —su amigo de juventud, Jaime Gil de Biedma, afirma, en su Diario del artista seriamente enfermo, que Juan insistía en vestirse con desaliño—. Símbolo, también, de esa alegoría de la mofa y el desamor que fueron parte de sus señas de identidad —su amigo Carlos Barral acusa a Juan, en sus memorias, de llevar permanente “luto”—. Símbolo, por fin, de alguien que, desde unas fraguas de cuño ácrata, rehuía no solo los convencionalismos sino los modos más llamativos de las etiquetas de lo burgués —su amigo José Ángel Valente sostiene, en una entrevista, que a Juan le encantaba épater como forma de sobreactuar a su personaje.
Pues bien: permítaseme informar que la corbata de marras tiene su propia historia. La refiero a punto seguido. Esa corbata, de algodón italiano, de tonos verdes, con un dibujo de rayas atravesadas, y firmada por nadie menos que Hugo Boss, fue un regalo imprevisto que yo le hice a nuestro autor. Ocurrió en México, en mayo de 2003, fecha en que Juan recibió el Premio Octavio Paz. La tarde anterior a la entrega, alguien de la Presidencia de la República se comunicó con él para hacerle saber que, como estaba previsto, el premio le sería dado en mano por el presidente Vicente Fox, y que el protocolo exigía que se vistiera corbata. Juan me llamó por teléfono, alarmado. No tenía —nunca había tenido— una corbata. Le contesté que se viniera a mi casa (que quedaba a unas pocas cuadras de su hotel) y que trajera el saco que se pondría para así seleccionar una corbata que no desentonara. De mi parco armario apareció la corbata ahora casi mítica. ¿Moraleja? Juan porfía en ser Juan, el de anteayer y el de pasado mañana.