Los judíos y las palabras
Las palabras heredadas de los ancestros juegan un papel ambivalente en la identidad del individuo: pueden atenazar o enervar, pero también pueden liberar. En su libro Los judíos y las palabras (Siruela, 2015), Amos Oz y su hija, la historiadora Fania Oz-Salzberger, mezclan la pesquisa lingüística, la crítica literaria, la historia y la sociología para hacer una cautivadora y aguda inquisición en la naturaleza de la palabra judía y sus formas de transmisión. La identidad judía no proviene solo del linaje, sino de la circulación intergeneracional de las palabras, de ese enorme cuerpo textual que arropa la fe, pero también la ironía y el examen. En efecto, si bien el cuerpo textual judío abriga la religión, también tiene un componente laico y crítico y es ese componente, tan oscurecido por los fundamentalismos, el que destacan los autores. Así, desde la Biblia, que constituye el núcleo de la religión pero que también puede leerse como un relato literario, un código social y un ideal ético, hasta algunos textos contemporáneos, los autores mezclan ortodoxia con heterodoxia, devoción con escepticismo, seriedad con humor.
El texto judío suele ser magisterial y entiende la inculcación y circulación del conocimiento escrito y sapiencial como una cuestión de supervivencia. Sin embargo, este nexo de aprendizaje tiene una característica: la posibilidad de disenso, por lo que a menudo se desarrolla en un ámbito de libre discusión donde se impone, más que la jerarquía, el mejor argumento. El debate entre el maestro y el alumno o entre el padre y el hijo no es una irreverencia, sino una parte integral del modelo de transmisión intelectual y se permite porque mejora la cadena de la memoria. Por supuesto, persiste una tensión entre quienes se aferran a un significado único de los textos canónicos y quienes se empeñan en cuestionarlos, que se expresa en diversos campos. Con todo, en la propia relación de este pueblo con la palabra se encuentra la solución a dicha tensión. Así, al lado de la eventual intransigencia, los autores descubren una tradición variopinta, autocrítica y festiva, abierta a los ecos y las contaminaciones. Los judíos y las palabras resulta entonces no solo un estimulante recorrido por el legado textual judío, sino un poderoso mensaje de tolerancia que sugiere que la auténtica reverencia a la palabra pasa por su crítica, es decir, por la preocupación en torno a la máxima pureza y precisión de su significado.