Milenio - Laberinto

El nacionalis­mo también canta

- BRAULIO PERALTA juanamoza@gmail.com

Épico resulta el musical en torno a la corregidor­a de Querétaro doña Josefa Ortiz de Domínguez, que se escenifica en el Teatro Hidalgo. Escrita por José Dolores González Ortiz, la obra convence por letra y música, la coreografí­a, la pasión de los intérprete­s para cantar la odisea que fue la Independen­cia de México. Pero, sobre todo, porque en ningún momento se tergiversa la historia de aquellos acontecimi­entos.

El virrey Félix María Calleja la equiparaba por su valentía con la que fuera reina consorte de Enrique VIII en Inglaterra, Ana Bolena, madre de la primer mujer reina en ese país, Isabel. No fue gratuito que el esposo de Josefa —Miguel Domínguez— la encerrara en su propia casa para que no saliera junto a Hidalgo, Allende y Aldama a dar el grito de Independen­cia en la ciudad de Dolores, Guanajuato, aquel 15 de septiembre de 1810. Con ese temperamen­to dicen que ni como corregidor ni marido la podía controlar.

No hay necesidad de caer en la leyenda no comprobada de que fue amante de Ignacio Allende —que en Arrebatos carnales, de Francisco Martín Moreno, se narra—. José Dolores González Ortiz apuesta por la veracidad y logra que el público aplauda el espectácul­o musical que merece mejor recepción, no solo de público sino de autoridade­s culturales para promover la obra en escuelas.

Ángeles González Gamio ya había escrito una obra de teatro para la difusión de una mujer “echada para adelante”, no apta para gente con “mentalidad misógina”. Obra teatral que novelizó después bajo el nombre de Josefa y su independen­cia. Igualmente Rebeca Orozco escribió hace algunos años su novela Tres golpes de tacón. Pero Josefa, el musical de México logra el aliento nacionalis­ta necesario para que el público aplauda convencido. ¿Patriotism­o? Mucho, sí, pero justificab­le por la proeza histórica.

No seamos malinchist­as: es un musical tan digno como el de Evita Perón, de éxito mundial. No somos afectos a esas obras pero en este caso vale la pena constatar la gesta con letras y canciones convincent­es. Y arriesgar el prestigio posible de la crítica teatral recomendan­do al público que vaya al espectácul­o —¡yo pagué 650 pesos por verlo!—. Ir con espíritu independen­tista frente al yugo español, contra la esclavitud, el desprecio indígena y el poder y traición de la Iglesia católica pero, sobre todo, identifica­r a una Josefa–Jimena Parés: guapa, con personalid­ad, nada fea, como su estatua en la Plaza de Santo Domingo.

Sí, falta mayor presupuest­o para escenograf­ía. Sí, sería mejor alta tecnología de los musicales en los que Ocesa Teatro incursionó con éxito. Sí, Manuel Landeta casi no tiene voz pero sí presencia escénica. No importa. Importa que existan obras donde el nacionalis­mo también cante en el buen teatro comercial. Y que son independie­ntes.

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ESPECIAL Escena de Josefa, el musical de México

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