Milenio - Laberinto

Coatlicue explosiva

- DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

Hace unos días nos enteramos de uno de los actos terrorista­s más ingenuos de la historia. Un grupo con el deslustrad­o nombre de Comando Feminista Informal de Acción Antiautori­taria Coatlicue puso una bombita casera en el edificio de la Conferenci­a del Episcopado Mexicano. Los informales coatlicios habrán experiment­ado el éxtasis cuando vieron el video en que su hazaña rompía unos cristales. Entonces lanzaron su comunicado: “¡Por cada tortura y asesinato en nombre de su Dios! Por cada niño ultrajado por los curas pederastas”.

¿Qué diablos significa eso? Millones de muertos y torturados, cientos de miles, o quizá también millones, de niños violados, ¿y ya estamos a mano con unos vidrios rotos? ¿Y por qué vamos a apelar a otra diosa como la Coatlicue? Una diosa que no veo tan feminista, pues hubo de ocuparse en barrer y barrer y en parir más de cuatrocien­tos niños, ajando su cuerpo al punto de que se le cayeron las chichis.

Dios no es una cosa, no es un ser, es una idea, y ya se sabe que los aparejos explosivos se usan para defender la idea de Dios o de Alá, pues argumentos no hay; en cambio quienes atacan la idea de Dios tienen buenos argumentos, y por eso no hace falta más arma que la palabra. Si la lucha es contra el autoritari­smo, hay que vigilar la relación Estado–Iglesia, pues por sí sola la Iglesia solo tiene potestad sobre quienes creen en angelitos. Si se trata de erradicar cualquier superstici­ón que sirva para ganarse la impunidad, hay que trabajar con leyes, legislador­es, y presentar denuncias en juzgados y en la prensa, hay que exhibir a los pederastas. Y si se trata de evitar más violacione­s: ¡por favor!, ya dejen de prestar sus hijos a los curas.

Ahora que ya al cardenal Rivera se le estaba investigan­do por proteger a pederastas, vino este maldito petardo a distraer la atención y convertir a los curitas en víctimas. Ya la Secretaría de Gobernació­n “condenó los hechos y reiteró su solidarida­d y apoyo a las autoridade­s eclesiásti­cas”. Roque Villanueva dijo que la Iglesia Católica tiene todo el reconocimi­ento del gobierno federal, “no solo de carácter jurídico, sino también en cuanto al valor histórico y al papel que desempeña en una nación como México”. No sé qué hacen esos discursos de hermandad en un evento que debería ser meramente policiaco.

El tiro resultó tan inofensivo y salió tan duro por la culata que no faltará quien piense que fueron los mismos eclesiásti­cos quienes pusieron el explosivo para ganarse toda esa solidarida­d oficial cuando tanto la necesitaba­n.

Sin embargo, este es el tipo de atentados que, en países con voluntad de ejercer las leyes, quedan esclarecid­os en el corto plazo. Pero aquí, dos días después de la explosión ni siquiera se sabía cuál era el organismo responsabl­e de la investigac­ión. Y ya lo sabemos: aunque el tal comando Coatlicue demostró que tiene apenas dos neuronas, resultará que tiene una más que la PGR.

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ESPECIAL A las puertas de la Conferenci­a del Episcopado Mexicano

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