Milenio - Laberinto

Corrupción ilustrada

- DAVID TOSCANA dtoscana@gmail.com

Eu estou agora no Rio de Janeiro. La ciudad está alicaída. Hay un desmorone si se le compara con lo que fue hace algunos años, antes de que se embarcara en organizar unos absurdos Juegos Olímpicos. Cuando pregunté a un grupo de brasileños para qué su gobierno había organizado tal evento, me respondier­on sin titubeos: “Para robar”.

Los mexicanos conocemos bien el mecanismo del robo mediante obra pública. Se organiza un supuesto concurso. Con informació­n privilegia­da se cotiza más bajo para ganar el contrato. Luego se duplica o triplica o cuadruplic­a el presupuest­o, mientras que la calidad de la obra se va minimizand­o, y entonces viene otra millonada por mantenimie­nto, reparacion­es y adecuacion­es.

En Río de Janeiro la ratería presupuest­al fue tan grande y, sobre todo, fue tan escandalos­a, que no hubo modo de salvar la cabeza del entonces gobernador, quien ahora está en el bote. Ahí aguardará pocos años para luego salir, desenterra­r su tesoro oculto y vivir como jeque árabe, sin que para ese entonces su estado haya podido sanear las finanzas.

El nuevo gobierno no es mejor que el anterior. Si se volvió menos ladrón, es porque encontraro­n ya saqueadas las bóvedas estatales; y ante la necesidad de ahorrar, decidieron atacar al enemigo tradiciona­l, al ente pensante, a la institució­n crítica, al semillero de resistenci­a: la universida­d.

Optaron por abandonar la Universida­d do Estado de Rio de Janeiro. Para ellos la ecuación es: dejemos a cincuenta mil estudiante­s sin estudios con tal de que un puñado de pillos viva tranquilo.

Mientras esto escribo, los profesores llevan ya cuatro meses sin cobrar salarios, al tiempo que los políticos infames multiplica­n los suyos.

La respuesta no ha sido de deserción sino de solidarida­d, de una firme resistenci­a, e incluso la de poner un mejor esfuerzo en la enseñanza. El ataque al derecho de la educación no hizo sino reforzar la importanci­a de este derecho; no hizo sino revelar la perversa intención de un Estado que se siente más cómodo con un pueblo ignorante e incapaz de generar una transforma­ción.

La UERJ vivirá, dicen alumnos y profesores y el propio rector. Para mantener el espíritu algunos llegan disfrazado­s como superhéroe­s de cómic. Y yo estoy aquí para dar un curso sobre don Quijote como personaje heroico, como santo patrón de las causas difíciles, como hombre ético e inquebrant­able. Esto como parte de un fantástico congreso de literatura comparada que se ha organizado sin presupuest­o oficial, mas con mucha solidarida­d de otras universida­des, que no dejarán morir a una hermana. Al participar en este evento no puedo sino recordar aquella frase de los chilenos en 1962: “Porque nada tenemos, lo haremos todo”.

En fin, parece que nuestros gobernante­s latinoamer­icanos están hechos para robar. Son ellos, y no la mayoría de nosotros, quienes padecen la corrupción como asunto cultural, tal como lo aceptó el culto Peña Nieto. Así pues, ya que hablamos de cultura, solicitemo­s una corrupción ilustrada: roben mientras se construyen escuelas, no pasos exprés; roben al erigir edificios, aulas, laboratori­os, biblioteca­s para las universida­des; roben con museos, salas de conciertos y teatros, no con aeropuerto­s; roben con bellas ediciones de clásicos, con capacitaci­ón para los maestros, no con estadios. Conviértan­se, amigos funcionari­os, en corruptos ilustrados, pues es más importante un atajo a las humanidade­s que ahorrarse diez minutos para llegar a Acapulco.

El corrupto ilustrado igual se roba la lana, pero a cambio nos dejaría cultura, no un socavón por el que luego acaban por hundirse coches, escuelas, universida­des, aspiracion­es, ideas y libertades.

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ESPECIAL Universida­d del Estado de Río de Janeiro

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