Milenio - Laberinto

Escritores asesinos

- ALONSO CUETO

Un escritor es un criminal por naturaleza y por elección. Al ir en contra de la realidad que lo circunda, al querer inventar una nueva, es un renegado. Un lector también lo es. Los más grandes protagonis­tas, desde Aquiles hasta Gregorio Samsa, rompen con las reglas de la sociedad. No hay un protagonis­ta que no viole los diez mandamient­os.

En su novela Irene (2006), Pierre Lemaitre presenta la carta que el asesino en serie dirige al pequeño, romántico policía Camille Verhoeven. Una de las frases podría ser la de un escritor a un crítico literario: “Querido Comandante. Me alegra ver que se interesa por mi trabajo”. El asesino se refiere a sus crímenes (el asesinato de prostituta­s de diverso calibre) como su “obra” y en su carta se despide afirmando: “Estoy seguro de que, más tarde o más temprano, retomaremo­s este diálogo, fructífero tanto para usted como para mí”. En esta novela, el asesino reproduce (o reescribe) los asesinatos que aparecen en algunas novelas famosas.

La relación entre un escritor y un asesino viene a colación por la noticia de la captura de Liu Yongbiao en China, que acaba de aparecer en The Guardian. Yongbiao había escrito El secreto culpable y estaba redactando su novela La bella escritora que asesinaba. En esta última cuenta la historia de una novelista con un pasado criminal que elude a la justicia. La policía descubrió que esa era la historia de Yongbiao que hace dos décadas asesinó a cuatro personas. Cuando la policía fue a detenerlo, el escritor les dijo: “Hace tiempo que los esperaba”.

El caso de Yongbiao recuerda al del escritor holandés Richard Klinkhamer, que en 1991 asesinó a su mujer, la enterró en el jardín y luego escribió una novela sobre el hecho. La policía sin embargo no consideró el libro como evidencia y no fue hasta que los nuevos inquilinos de la casa encontraro­n los huesos de la esposa que lo detuvieron. Klinkhamer fue sentenciad­o en 2001, salió de la cárcel por buena conducta dos años después y murió apacibleme­nte en 2016 a los 68 años.

En su gran artículo “Al pie de la letra”, Julio Ramón Ribeyro cuenta la historia de Akito Kamura, un estudiante de la Sorbona, feo y ensimismad­o. Kamura se toma tan en serio los poemas de amor que estudia, que decide asesinar y devorar a una joven que lo atrae. Cumple así con la consigna poética de la unión de Eros y Tánatos. Kamura representa la vocación de escritores y lectores: las palabras de ficción son nuestro destino verdadero.

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ESPECIAL Retratos del escritor Liu Yongbiao

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