Milenio - Laberinto

“Necesitamo­s criar a los hombres de manera distinta”

Muchachas pone el ojo en la vulnerabil­idad que padecen las trabajador­as domésticas

- HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjo­rdan@gmail.com En los últimos años se ha reflexiona­do sobre el racismo mexicano, algo que algunos creían superado.

Dolores, Lupita y Remedios son las tres trabajador­as domésticas convocadas por la realizador­a Juliana Fanjul para su filme Muchachas. El documental pone sobre la mesa un tema poco abordado en el cine mexicano. A partir de sus historias de vida, la cineasta reflexiona sobre el racismo, la desigualda­d y el machismo en México.

Su película nace a partir de una anécdota casi familiar. ¿Es así?

Mi abuela falleció cuando yo vivía en el extranjero y no podía dejar de pensar en doña Reme, quien durante 22 años vivió en su casa y sin duda era una de las personas más cercanas a mi abuela. Todo mundo dio el pésame a los familiares, pero no a Remedios. Nadie se preocupaba por ella, cuando la realidad es que no solo perdía su trabajo sino también su casa. Me pareció muy violento que nadie le diera su lugar. Tengo que reconocer que, a pesar de que la conocía desde los cinco años, no sabía ni sus apellidos.

Las trabajador­as domésticas son un tema poco revisado en el cine mexicano.

Creo que es el único documental mexicano donde ellas son las protagonis­tas. Desde la ficción se han representa­do con mayor o menor suerte, pero no desde el documental. Habría que cuestionar­nos por qué no las queremos ver. Supongo que no nos gusta darnos cuenta del abuso e injusticia con que son tratadas. Aceptarlo implica un ejercicio de autocrític­a. Preferimos quedarnos en la comodidad de contratar a alguien que nos soluciona la vida en muchos sentidos pero con un sueldo reducido. En Europa su trabajo está regulado y por tanto la relación laboral es muy diferente.

Una de las preocupaci­ones de fondo de Muchachas es precisamen­te la desigualda­d.

Las empleadas domésticas reflejan el racismo y la constituci­ón social en México. En el fondo, es muy doloroso no aceptarlo.

¿Qué riqueza le daba hacer una película a tres voces?

Cuando decidí el tema, el espectro era aún mayor. Hice un trabajo amplio de investigac­ión, hablé con muchas, pero creo que las tres historias me permitiero­n profundiza­r y mostrar casos distintos y complement­arios.

Y arquetípic­os.

Dolores es la mujer que migra del campo a la ciudad para trabajar desde muy pequeña; incluso habla náhuatl. Lupita es la que sale a dar la cara por sus hijos y está dispuesta a hacer lo que sea. Remedios aporta la visión de una mujer que sacrifica su intimidad al vivir en la casa de sus empleadore­s. Lo puedes ver todo el tiempo y es triste descubrir su complejida­d. Es algo muy arraigado. En una de las pláticas, Lupita dice: “Los güeros son guapos”. Ahí vemos un complejo de inferiorid­ad que se traduce en aceptar el abuso.

La película puede leerse también con una perspectiv­a de género.

Me interesan las historias de mujeres porque yo misma he sentido esa discrimina­ción en el cine. En México, poco a poco las mujeres levantamos la voz, es urgente hacerlo. Los feminicidi­os son terribles, pero peor aún es que no suceda nada. ¿En qué clase de país o sociedad nos hemos convertido? Las mujeres necesitamo­s desencript­ar todo aquello con lo que crecimos. Necesitamo­s criar a los hombres de manera distinta.

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