Adán era un borracho
Todos los clichés confluyen en esta casa en que conviven Javier Bardem y Jennifer Lawrence. ¡Madre! es el esperpento de un director que se ha perdido en filosofías new age. El cliché más notable es el del escritor en crisis. La cosa resulta molesta, pero llega hasta el ridículo cuando uno se entera que él es Dios y ella Mamá Naturaleza. La burla es al Génesis, y la naturaleza sufre cual madre mexicana cuando el marido egoísta (Dios) se trae a vivir con ellos a un borracho a quien arranca una costilla para hacerle a su mujer. La historia hasta aquí es mala pero produce risas involuntarias. Lo que sigue es más jalado de los pelos. Hay en el despacho de Dios un cristal que en el colmo de la fantasía drogadicta es alegoría de otra alegoría. El árbol del Bien y del Mal termina por ser más bien el alma de Madre Tierra, y Eva, claro, se empeña en toquetearla. Cuando la rompe al fin, irrumpen en escena Caín y Abel, actores del método que se gritan sin razón hasta que sucede lo que todos sabemos: el asesinato. La espiral se acelera. Y si cree usted que Aronofksy no puede hacer más el ridículo, espere a ver a Dios haciendo el amor a Mamá Tierra para engendrar a un bebé a quien todos los invitados se van a comer.
Con todo y todo hay quien defiende a Aronofsky aduciendo que su película es valiente. Afirman que el autor se atreve como nadie a interpretar el imaginario cristiano en clave ecologista. Yo no sé. Hace mucho que no parece ser contestatario burlarse de lo que otros consideran sagrado. La noción misma de sagrado es algo que gente como Aronofsky considera pasada de moda y falta de cerebro. Puede que lo sea, pero no tanto como este adefesio con el cual el director quiere seguir los pasos de Lars von Trier o Terrence Malick para ofrecer su propia versión perversa de las historias fundacionales de Occidente. Lejos de Anticristo o El árbol de la vida, ¡Madre! parece más bien un capítulo de Cuentos de ultratumba, con la diferencia de que éstos solían ser entretenidos mientras que en esta película tan pretenciosa no hay nada que recuerde al arte del cine, solo una idea insulsa que con cientos de millones de dólares culmina con un mensaje en que el director afirma que el ser humano es cáncer de Mami Tierra. Un horror.