“SIGO EN MI ESTUDIO DE LA LITERATURA INGLESA”
LONDON S.W.7
25 de junio de 1977 Querido Danubio, gracias por tu carta y esta vez el agradecimiento no es formal. Después de recibir una serie de cartas nada agradables (entre ellas la petición de firmar una carta colectiva —¡que detesto— por un pobre poeta que estaba semipreso en Cuba y por haber publicado un libro de poemas, nada políticos, te juro, fue condenado a terminar su condena de 15 años, es decir, 5 años más de régimen carcelario completo —el poeta en cuestión no tiene la categoría de Padilla (no que yo crea que Padilla tiene mucha categoría) y por eso su caso pasará inadvertido—, después de esa carta y otras, llegó la tuya con su alegre locuacidad y fue un cambio de aire.
Me alegro que hayas ido a París con Edwards, que me parece muy bien. Lamento que no te haya gustado el Baubourg. Yo lo que vi por fuera, antes de terminado, me gustó mucho. Mi hija Carolita, por su parte, lo detesta. Verdad que aquí estamos acostumbrados a la arquitectura estilo National Gallery —de ahí las reacciones encontradas de los dos.
Ya había oído del cambiazo de elites intelectuales de París, para mí bastante desprestigiadas no por haber venido de China cantando a corro a Mao, sino por la frivolidad y bobería de sus métodos dicen que estructurales. No es fácil conseguir aquí el Observateur pero trataré. Tu opinión autorizada viene a unirse a otras, como la de Néstor Almendros, con quien conversé por teléfono sobre esto hace poco. Pero no me extraña. Nada me extraña ya después de oír a Carrillo (a quien conocí en la embajada de Cuba en Bruselas en 1965, cuando viajaba con pasaporte cubano) declararse prácticamente social demócrata, ninguna declaración puede alcanzar a ser las ruinas que tomaban impávido a Horacio.
Buenas las noticias sobre Vuelta, aunque le escribí hace días a Rossi, reclamándole una copia de la revista en que salió un cuento mío (que me pagaron, aunque no con la largueza que Plural solía) y no he recibido respuesta. ¿Es Rossi todavía el director? Como tú dices, las cosas cambian en México de tal manera que no es posible seguirles el curso.
Me ocupo principalmente de escribir Las confesiones de agosto (no me preguntes por qué ese título), tarea que cumplo diariamente, menos los sábados (cuando contesto cartas) y los domingos (en que leo la abundante prensa dominical inglesa) y voy abriéndome paso lentamente, entre otras cosas porque quiero mantener el tono de memoria pero que al mismo tiempo la prosa tenga como una esencia cubana, sin caer en las tentaciones habaneras de “Ella cantaba boleros”, novella dentro de la novela que tengo que confesarte que compuse con bastante facilidad y rapidez: todo estaba en el tono. También escribo crónicas que quieren ser ensayos para Madrid y para Caracas. Por otra parte y esto ya es más comprometido, sigo en mi estudio de la literatura inglesa, tan vasta, tan rica. Después de haber terminado con Swift, ataco ahora a De Quincey, de quien había leído los fragmentos que todos leemos pero al que conocía mal: no en balde Borges le tiene tanto aprecio.
Bueno, me he contagiado con tu carta locuaz y esta mía es casi un castigat scrivendo!
Me alegra que te vaya bien de tu dolencia. Si quieres compañía te puedo dar los nombres de Victor Hugo, Trollope y Hemingway —los tres tenían que escribir de pie.
Un abrazo con afecto,