Replicantes de la Galaxia
No es una obra de teatro en sentido estricto del término. Oscila entre una conferencia y un docudrama en estilo de comedia con mensaje social. No es un espectáculo visual sobre las redes sociales y los peligros de la pérdida de la vida privada, aunque lo parece porque juega al éxito comercial de la temporada, con actores de renombre. La escenografía virtual juega un papel preponderante. Y la sorpresa final sin decepción para nadie, incluidos los escépticos. Digno de recomendar.
Privacidad, escrita por James Graham y creada por Graham y Josie Rourke es una mezcla teatral que hay que ir a ver como una instalación donde las personas somos todo menos vida personal. Aceptar el juego abierto donde queremos ser biografía sin pasar por los libros, sí, por la Galaxia Gutenberg a través de un Smartphone. Eso, o el alejamiento de la vida galáctica donde la extinción no nos absolverá.
Hace tiempo se cuestiona y analiza internet, creado hace 25 años, y su implicación en usuarios. Nadie puede estar fuera porque aislarse implica la pérdida laboral y nuevas relaciones humanas. Somos sujetos al arbitrio público de nuestros gustos más íntimos, incluido eso que no quisiéramos nadie supiera porque es un secreto. En la obra hay pruebas de lo dicho: se les pide a los espectadores tener prendidos sus celulares y ser parte de la puesta en escena. El final es… Tienen que verla.
Ya existen novelas, películas, ensayos, arte contemporáneo… Faltaba el teatro (aunque el mexicano Luis Mario Moncada se adelantó espléndidamente en 9 días de guerra en Facebook). Los creadores no vienen precisamente del teatro comercial a pesar de su éxito mundial (en Nueva York el actor principal fue Daniel Radcliffe, que interpretó a Harry Potter). Diego Luna y Luis Gerardo Méndez alternan el personaje del escritor que nada quiere con las nuevas tecnologías pero termina involucrado en una historia de amor a través de internet. No es ésta una recomendación de crítico teatral, sino de experiencia sociológica para quienes no saben que sus existencias pueden ser otras después de esa modernidad intergaláctica donde la vida empieza y termina en un Smartphone.
Insisto: visualmente vale mucho la pena. De las pocas veces donde la protagonista de una obra es la escenografía. Nueva York en esta puesta en escena bien puede ser una creación no escritural de Philip K. Dick o Ray Bradbury o Isaac Asimov o Huxley. Porque a pesar de ser realidad la vida moderna en redes, no deja de tener sus toques de ciencia ficción todo aquello que sucede en nuestro entorno. Nadie puede escapar. La privacidad queda en último plano. Aceptar que estamos atrapados es quizá el único resquicio de libertad para encontrar acomodo en esta era donde, como en la película 2049, y su clásico Blade Runner, ya todos parecemos replicantes de la Galaxia.