Minuto 41
Abro una página deportiva y leo este párrafo: “Los locales se pusieron al frente en el marcador al minuto diez con un gol de Adrián Luna en jugada de balón parado, en la cual Moisés Muñoz ni siquiera reaccionó. Cristian Menéndez marcó el segundo tanto, al 41, y aunque Puebla intentó descontar, le fue imposible al perder un hombre al minuto 59 tras la expulsión de Pablo Cáceres”.
En cambio, he aquí un párrafo que tomo al azar del libro que ahora leo: “Incluso Próxima Centauri, la estrella más cercana aparte del Sol, tiene un ángulo de paralaje de menos de 1. (Próxima Centauri es miembro del sistema estelar triple Alfa Centauri, y tiene un ángulo de paralaje de 0.77”. Si la órbita de la Tierra alrededor del Sol se representase con una moneda de diez centavos de dólar, entonces Próxima Centauri estaría a una distancia de 2.4 kilómetros.) De hecho, este cambio cíclico en la posición de una estrella es tan difícil de detectar que no sería sino hasta 1838 cuando fue medido por primera vez por Friedrich Wilhelm Bessel (1784–1846), un matemático y astrónomo alemán”.
En la deportiva, nos enteramos de algo aunque no aprendamos nada; en la segunda uno se entera de varias cosas que se acumulan en un saber. Por eso hay conocimientos nutritivos, que suman y construyen el cerebro, la inteligencia, las ideas, la cultura, y hay datos chatarra, que apenas ocupan algunos inanes bytes en la masa encefálica.
Así memorizara la crónica deportiva, no se me ocurre en qué momento de la vida podría venir a cuento que “Cristian Menéndez marcó el segundo tanto al 41” o que expulsaran a Pablo Cáceres en el minuto 59. En cambio, no comento las virtudes del otro párrafo, pues si el lector no las nota, vaya saliendo del suplemento cultural y pásese a la sección deportiva.
Aunque lo cierto es que la nota futbolera la comprende cualquier simplón, y el párrafo del libro de astrofísica requiere un bagaje más completo para entender qué es un ángulo de paralaje, qué representan las comillas después de los números o qué es un sistema estelar triple.
El cerebro acumula mucha información inútil que podría borrarse sin consecuencias, y otra que haría notar su ausencia. Por ejemplo, si de pronto nos borraran la tabla del cinco. Pero lo bueno es que todavía no se conoce que algún cerebro se haya llenado como disco duro, y en cambio se sabe de muchos que andan semivacíos.
Borgianamente, pienso en un libro de unas quinientas mil páginas que fuese exhibiendo lo mejor del conocimiento humano en el orden idóneo, con información armónicamente entrelazada, combinando ciencias y humanidades, cuyas primeras páginas fueran para niños avispados, luego para jóvenes cultos, más adelante para adultos sabios. Se supone que algo parecido intenta la escuela, pero lo hace sin orden ni certeza ni disciplina.
Yo no lo sé de cierto, pero supongo que en algún momento ese libro magno nos hablaría de un ángulo de paralaje de 0.77”; y en cambio sí tengo la certeza de que en ninguna de su medio millón de páginas encontraríamos a Cristian Menéndez anotando un tanto al minuto 41.