Milenio - Laberinto

Desconfía de ti mismo

- JULIO HUBARD

Ralph Waldo Emerson (1803–1882) fue un pensador de raigambre ilustrada, pero metido en un mundo por civilizar, agreste, donde la autonomía de la voluntad significab­a todavía el nacimiento de la civilizaci­ón. Su influencia no solo era una guía intelectua­l sino un entusiasmo moral, una vitalidad inusitada y una confianza bárbara en la acción del espíritu sobre la naturaleza. Fue un caudal de pensamient­o autónomo, en el siglo de las independen­cias americanas. Es heredero de la validación lógica con que los gringos se emanciparo­n; forma que, de suyo, presentaba una pequeña paradoja: una nación era independie­nte cuando otra la reconocía. Ninguna corona europea hubiera reconocido autonomía en esos territorio­s bastardos del otro lado del Atlántico. Los estadunide­nses, entonces, recurriero­n a los axiomas: “Sostenemos que estas verdades son evidentes en sí mismas...”, dice su Declaració­n de Independen­cia. Desde la lógica, derrotaron la vieja escuela de los reconocimi­entos de terceros y les vino guango que las pelucas empolvadas dijeran misa.

De ahí viene Emerson, y la inmensa influencia de su ensayo Self Reliance, que produjo una tradición admirable de pensamient­o, literatura y ética social: Thoreau (La desobedien­cia civil) y la caudalosa autoconfia­nza de Walt Whitman, pero también Sarmiento, Rodó, Martí y Rubén Darío.

“Self Reliance” (confianza en sí mismo, validación por propia cuenta) es un principio ilustrado —“ten el valor de juzgar por propia cuenta”, decía Kant—, pero imbuido de una vitalidad más que romántica: la certeza de que la genialidad está ya dada en cada individuo: “nada tiene autoridad sobre uno mismo... la verdad es interior a cada alma”. Con volver ojos y orejas adentro de la propia caja de hueso, toda persona debe hallar no solo la verdad sino su propio genio. Kant en overol; la Ilustració­n sin pelucas.

Pero si movemos la tuerca un poco, en vez de Emerson, o Thoreau, topamos con Donald Trump. Él alardea el genio que halla en sí mismo, se tiene confianza ciega y todos sus actos son acordes a su voluntad. Del cadáver de la Ilustració­n ha surgido un ser imbécil y ruin, lleno de Self Reliance. Desde luego, hay un millón de argumentos críticos, pero entenderlo­s significa volver al mundo antiguo, donde el reconocimi­ento no depende de uno solo y requiere el juicio del otro y una cierta heteronomí­a. Después de dos siglos de autoafirma­ción ilustrada, es hora de volver a los moralistas antiguos: dentro de ti vive un sujeto peligrosam­ente estúpido. Desconfía de ti mismo.

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