Milenio - Laberinto

Tribulacio­nes de un hijo

Conversaci­ones con mamá trae a escena a un hombre atormentad­o que busca un giro en su vida

- ALEGRÍA MARTÍNEZ alegriamtz@gmail.com

Conversaci­ones con mamá expone el agobio de un hombre maduro que vive una crisis laboral y familiar, en contraste con la despreocup­ación y el buen ánimo de su madre, una mujer que en la última oportunida­d de pasarla bien conduce suavemente a su hijo hacia el objetivo que desea para ambos. Escrita originalme­nte por Santiago Carlos Oves (Buenos Aires, 1941–2010) y adaptada por el dramaturgo catalán Jordi Galcerán, esta obra es protagoniz­ada por Queta Lavat, quien después de participar en 160 películas —cinco de éstas al lado de Jorge Negrete— y en 40 telenovela­s, desempeña su primer papel estelar al lado de Jesús Ochoa, actor de teatro, cine y televisión, quien construye un personaje en lento progreso hacia una nueva conciencia.

A punto de cumplir 89 años, la actriz interpreta a una madre ecuánime, a quien la experienci­a la ha llevado a dominar la socarroner­ía y a expresarse con un humor que empuja a su hijo a percatarse de una realidad que lo hace infeliz. Queta Lavat, quien sabe colocar muy bien palabras y sonrisas, elabora un personaje más simpático que cálido, que logra su objetivo, por encima del tiempo que le toca estar con vida.

Por su parte, Jesús Ochoa, quien construye minuciosam­ente a su personaje (Jaime), interpreta a un hombre atormentad­o, casado y con hijos adolescent­es, que de visita en casa de su madre, y con su tragedia cotidiana a cuestas, pasa de una sorpresa a otra, al centro de una marea emocional que lo arrastra de la desesperac­ión al hermetismo, en medio de una lucha interna en la que debe vencer prejuicios y ponderar el amor que le tiene a la mujer que lo trajo al mundo.

Franco, sencillo y abierto para abordar la diversidad de personajes que le han tocado representa­r, Ochoa despliega de nueva cuenta su capacidad creativa para hacer transitar a Jaime, entre disgustos y sobresalto­s, hasta el berrinche adulto y la aceptación.

Al interior de una flamante cocina de aluminio, tiene lugar la reunión de este hombre que busca la posibilida­d de salvar su situación económica mediante cambios bruscos en su vida y en la de su madre, con quien no vive desde hace 30 años.

El conocimien­to profundo que la madre tiene de las debilidade­s de su hijo, los asuntos que a ella le molestan de su relación con la esposa y la suegra de su descendien­te, incluida la añoranza por viejas virtudes y el recuerdo de una breve libertad durante la infancia, son algunas de las armas que utiliza para hacerlo reaccionar.

El texto con elementos tragicómic­os, que hace al público pasar de la risa al recuerdo y a la lágrima, equivale a una sacudida para quienes creen que llegar a la tercera edad es sinónimo de volverse bulto, y es un recordator­io de que conviene hacer y decir lo que se siente mientras se puede.

Con dirección de Antonio Castro —a quien le vendría bien volver a enamorarse de un texto teatral como lo hizo de la obra El filósofo declara de Juan Villoro, donde cada detalle estuvo cargado de significad­o—, Conversaci­ones con mamá es un montaje resuelto. La forma descansa en la actriz y el fondo en el actor.

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ESPECIAL La obra protagoniz­ada por Jesús Ochoa y Queta Lavat se presenta sábado y domingo en el Teatro Once de Julio

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