No me refiero a…
Un vicio contemporáneo al emitir una opinión está en aclarar lo que no se quiere decir. Esto no debería ocurrir en un suplemento cultural, donde se cuenta con lectores mejor ilustrados que el promedio, pero en la política y en el medio del espectáculo hay una invitación para toda clase de gente y es importante blindar las ideas contra los cerebros superficiales.
Los textos abusan de expresiones emparentadas con “no me refiero a” o “con esto no quiero decir” o “no quiero dar a entender que” o “no me gustaría sugerir” o el tan sobado “eso no significa que”, llegando incluso a prologarlas con “obviamente” o “por supuesto”, mucho más cuando el tema es espinoso y quien escribe se deja espantar por las hordas minusverbales que prefieren un estribillo a un ensayo o un encabezado a un libro.
Ahí está Margaret Atwood, una mujer más lúcida que sus lectores. Escribió un artículo titulado “¿Acaso soy una mala feminista?” y por no blindar su texto contra la insensatez, de inmediato sufrió un linchamiento mediático, cosa más viable ahora que sus sagaces admiradores literarios se vieron superados por lerdos televidentes.
En Francia, cien mujeres inteligentes firmaron un manifiesto para apoyar un feminismo ecuánime y, entre ellas, fue Catherine Deneuve quien hubo de dar explicaciones y hasta pedir disculpas, pues ella es la figura famosa, la que vive de los impensantes cinéfilos, mientras que las otras firmantes, artistas, escritoras, académicas y editoras en su mayoría, no tuvieron que rendir cuentas a sus adeptos que bien comprendieron lo que se dijo sin que hiciera falta decir lo que no se quiso decir.
Encima, en esta dictadura de la imbecilidad, en la que muchos se creen filólogos, una frase del texto firmado por las cien mujeres decía: la drague insistante ou maladroite n’est pas un délit, la cual se convirtió tramposamente en inglés en el encabezado Catherine Deneuve says men should be “free to hit on women”, lo cual convirtió en nadie a las otras noventainueve mujeres por el pecado de no ser actrices famosas, y varios medios en español supusieron que hit on significa golpear. Así es que en nuestra lengua llegamos a leer: “Catherine Deneuve dice que los hombres son libres de golpear a las mujeres”.
Un poema debe decir cosas que el autor no quiso decir. Lo mismo una novela o un cuento o una pieza teatral. En cambio un artículo de opinión debe ser puntual. No obstante, todos los géneros precisan de una mente bien templada por parte del lector, una mente de buen entendedor.
Es obvio que muchísima gente no está leyendo o está leyendo mal. Y si somos tan iletrados para no comprender un breve manifiesto o un artículo, vaya uno a saber qué le espera a los géneros de las bellas letras que van ya tropezando y han de caer del todo sin duda alguna. Vale.