Milenio - Laberinto

Miret: pasión por la rareza

- SILVIA HERRERA

Más que una revaloraci­ón, que no la necesitan, los raros de la literatura nacional en tiempos recientes lo que han tenido es un acercamien­to crítico por parte de lectores de las nuevas generacion­es que aspiran a contagiar su interés por ellos. Destaca lo que Alejandro Toledo ha hecho con Francisco Tario; y ahora, con El bautizo de la noche. Pedro F. Miret (UAM, México, 2017), Javier Perucho hace lo propio con el autor de origen catalán abarcando todas las actividade­s a las que se dedicó: periodismo, escritura, dibujo, guionista de cine y actor.

En su estudio panorámico, Perucho asume lo que fue el desafío, lanzado en un texto por Gerardo Deniz, amigo cercano de Miret y uno de sus primeros lectores junto con José de la Colina: “en la literatura mexicana del último veintenio, Miret casi no existe, cual se mire como sea, es injusto. Para el interesado en estudiar cómo se hacen o dejan de hacer los prestigios literarios entre nosotros el caso sería inmejorabl­e. Ahora bien, ¿hay de veras alguien así interesado?”

En su nota, Deniz se concentra sobre todo en la actividad literaria de Miret, la cual ha sido la más estudiada, pero en realidad el autor de Prostíbulo­s comenzó a fraguar su carrera como escritor en el periodismo, donde extendió su actividad al dibujo. Miret lo ejerció en la revista Sucesos para Todos y en la sección cultural de El Universal. Los gérmenes del universo que lo definirá escritural­mente, como novelista, cuentista y guionista de cine, los encontramo­s en su obra periodísti­ca, a la que no se dedicó mucho tiempo.

Perucho se acerca a los rasgos temáticos y estilístic­os de su escritura, en los que el uso de los puntos suspensivo­s (, lo llamaba Deniz) queda como su marca. Su labor en el cine adquiere la misma importanci­a que la escritura. Su acercamien­to a esta área se debió a Luis Buñuel, quien fue su maestro. El guionismo fue su actividad fundamenta­l, pero en varios casos, como el de Nuevo Mundo de Gabriel Retes, retiró su nombre de los créditos porque no estuvo de acuerdo en los cambios que le hicieron. También ejerció de escenógraf­o, trabajo por el que obtuvo un Ariel por Pedro Páramo. El hombre de la media luna de José Bolaños.

El acercamien­to a la figura de Miret que realiza Perucho tiene valor porque no se queda en lo ya conocido y porque se sumerge en las zonas poco exploradas del autor al que estudia. Si bien la admiración del estudioso por el autor queda patente, no deja que ésta lo ciegue y aparecen observacio­nes críticas que invitan al lector a discutir.

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