Reír con la impunidad
En Tres anuncios por un crimen una mujer mal hablada se enfrenta a la policía con esta estrategia: acusando en tres espectaculares al sheriff del pueblo de negligencia en las investigaciones por el asesinato de su hija. Las consecuencias no se hacen esperar: un policía humilla a nuestra heroína y lanza al dueño de los espectaculares por la ventana, el esposo de la mujer la amenaza violentamente y el hijo comienza a tener problemas en la escuela. El personaje más simpático, sin embargo, es justamente el hombre a quien atacan los espectaculares. El sheriff Willoughby no solo es una buena persona; tiene un secreto que estallará, textualmente, a la mitad de la película.
Tres anuncios por un crimen es una de esas películas hechas para los amantes de las grandes actuaciones. Frances McDormand ofrece su mejor interpretación desde Fargo (1996). Han pasado 21 años y ha madurado lo suficiente como para sostener un mano a mano con Woody Harrelson, quien interpreta al amado sheriff del pueblo de Ebbing, Missouri.
El principal atractivo de Tres anuncios por un crimen está en la recreación de estos personajes realmente entrañables en un patético pueblo al sur de Estados Unidos. Todos viven entre el racismo y la impunidad, entre el fastidio y la música country. Y aunque casi todos tratan de olvidar el asesinato y la violación de una mujer joven en este pueblo de aspecto apacible, hay tres espectaculares en la carretera que están recordándoles que ante la violencia, en cierta medida, todos somos culpables. El director Martin McDonagh ha realizado con Tres anuncios por un crimen, su segunda película, una obra de personajes atractivos y racistas. Porque racismo es la palabra clave en esta obra que justamente por ello resulta tan actual: demuestra que a pesar de que juegan a exportar la democracia por el mundo, los estadunidenses están llenos de policías corruptos, funcionarios ineptos y burócratas coludidos con el crimen que tendrían que combatir. La pertinencia de McDonagh está en que no hace denuncia ni con enojo ni con cinismo. Lo hace con buen humor, llenando la pantalla de personajes cómicos que no permiten que nos amargue la impunidad.