Trabajo duro en Arco 2018
Las ferias de arte invitan al postureo, son una pasarela de los que aspiran a ser vistos y admirados como si fueran un mingitorio al revés y cotizados como una vaca en formol. En Arco, la feria de arte contemporáneo de Madrid, los influencers posan con vestuario patrocinado, aquí todo is about money, los que busquen arte que vayan al Museo del Prado. En el egoísmo insensible, una galerista apagó una obra de focos de Jenny Holzer que servía para el posado de un tipo con saco de terciopelo morado, el próximo paso del arte VIP será cobrar los selfies. La frivolidad de los visitantes no apreciaba el sacrificio de los artistas VIP para lograr estas obras maestras. Los galeristas se desvivían en explicar que sus artistas trabajan muy duro, en una galería austriaca estaba una bicicleta rota, el galerista describía con torturado énfasis que en cada exposición la obra era diferente, y el artista Manfred Pernice trabajaba muy duro en cómo lograr ese cambio, en esta ocasión la resignificó agregando un zapato y una bolsa de plástico, ese portento de la inteligencia costaba 51 mil euros. En otra galería el artista Rodrigo Oliveira trabajó muy duro enmarcando cientos de etiquetas, su ardua tarea se vendía en 25 mil euros. El capital de Marx o las novelas de Dickens no podrían describir las penurias y la explotación por las que pasan los artistas VIP. Reciclar es uno de los recursos más intelectuales, Dan Graham trabajó muy duro en una instalación nostálgica con videos musicales de los años ochenta, es la decoración ideal para el bar del coleccionista por solo 500 mil euros. Los coleccionistas ya pueden comprar algo puesto en un lienzo gracias a que Secundino Hernández trabajó muy duro en rasgar la superficie plástica del lienzo y dejar los agujeros, cada pieza se vende como “pintura” en 70 mil euros. Reunir unos pedazos de madera, tela y una piedra es un trabajo muy duro, convertido en “instalación minimalista” cuesta 10 mil euros. La resignificación del retrato es un trabajo duro que Christian Fogarolli realizó con muñecos de trapo, el coleccionista tiene que trabajar duro en imaginar que ese muñeco se parece al retratado y pagar mil 500 euros por cada uno. Es agotador ver la dedicación de los artistas VIP, hay performances, recortes de papel, letreros, luces de neón, bañeras sin agua, un homenaje a la esclavitud y el sufrimiento. Los espectadores y los coleccionistas tienen que trabajar muy duro en someter a su intelecto, humillar su sensibilidad y aceptar esto como arte.