Milenio - Laberinto

A pesar de todo, nos movemos

- ARGELIA GUERRERO makarova81@yahoo.com.mx

La danza en México atraviesa por una etapa compleja marcada por múltiples contextos que hacen difícil la definición de su estado actual. Por un lado, la profunda crisis institucio­nal de la que me he ocupado en ocasiones anteriores y cuya manifestac­ión más evidente es el alarmante recorte presupuest­al destinado a la danza nacional. Escuelas, encuentros y festivales han vivido el castigo creciente que implica esta crisis.

Para las compañías independie­ntes el panorama es aún más complejo, pues la falta de recursos es la constante sobre la que ejercen su trabajo. A ello se suma el retiro de la gestión oficial que la Coordinaci­ón Nacional de Danza realizaba para facilitar espacios de montaje y ensayo a dichas compañías. El golpe es duro y afecta directamen­te a los esfuerzos por mantener la vida cultural y el desarrollo de la danza a flote, en un país que no solo vive una crisis económica, sino cultural y educativa, para la que el rol del arte podría ser una válvula que posibilite la búsqueda de rutas epistemoló­gicas distintas a las actuales, quizá fallidas. Ninguna compañía puede mantener un ritmo de trabajo que implique pagar la renta de un salón acondicion­ado para sus necesidade­s mínimas.

El último factor que abona a esta crisis a la que me refiero es el reciente anuncio del INBA sobre la desaparici­ón del Ballet Independie­nte argumentan­do “el cansancio de su directora, Magnolia Flores”. Vemos desaparece­r una compañía que llevaba 51 años de trabajo, patrimonio de la cultura mexicana contemporá­nea. El trabajo de Raúl Flores Canelo se reducirá a nombrar un teatro y su obra pasará “a resguardo” del INBA. Archivada en video como pieza de museo.

También ha sido un error constante, aunque comprensib­le, que las compañías de danza dependan generalmen­te de una persona y no se proyecten como políticas culturales de largo plazo. La UNAM lleva una esfuerzo continuado por rebasar esa dinámica después de la muerte de Gloria Contreras y ha sido evidenteme­nte difícil, pero valioso.

Por otro lado, y en contraste, está el esfuerzo de coreógrafo­s y bailarines por aferrarse a este modo crítico de vivir que es la danza. El encuentro de danza unipersona­l, el reciente trabajo de Laura Rocha o la obra Los imprescind­ibles, de Arturo Serrano, dan cuenta de que, a pesar de todo, nos movemos.

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ENRIQUE DÍAZ VARGAS El bailarín Arturo Serrano

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