La encomienda del arte
Memorias del subdesarrollo, que se exhibe en el Museo Jumex, propone un recorrido por la ecología de saberes explorada por artistas latinoamericanos en las décadas de 1970 y 1980, como parte de un proceso artístico de descolonización.
Curada por la directora de este recinto, Julieta González, esta muestra es una oportunidad para repensar el fiasco de la modernidad latinoamericana del siglo XX y para recuperar las líneas trazadas por creadores latinoamericanos en la reconfiguración de un mapa artístico que ponía en conflicto la lectura de una monocultura desarrollista, que perpetuaba una manera de vivir y hacer arte desde la colonialidad.
Si bien la investigación sociológica hilvana 400 objetos creados por más de 50 artistas de ocho países, y la curaduría se enfoca en los procesos de emancipación a través del arte de una modernidad impuesta, la energía del cuerpo de obra irradia una fascinante contranarrativa a la retórica del desarrollismo.
Es un deleite para el espectador deambular por la muestra y reconocer búsquedas que intentaban escapar de la dictadura del Primer Mundo, así como observar el hacer formal y conceptual de estos artistas que asumían sus tradiciones, condición económica, pobreza y abundancia natural en la gestación de una vanguardia atrevida. Este grupo integró una fuerza armada que se puso a la cabeza del subdesarrollo para enfrentar los requerimientos de un mundo que ya presentaba los primeros síntomas de globalización.
A los milagros económicos de América Latina los artistas se revelaron con propuestas que se salieron de los formatos y soportes de las artes visuales para expandirse a cuerpos, escuelas, ciudades, comunidades en términos locales, con estrategias populares y materiales novedosos, manifestando que se puede hacer arte, pensarlo, mirarlo, exponerlo y ser observado no desde “la miseria eterna”, como apuntaba el brasileño Mário Pedrosa, sino construyendo un camino “decididamente distinto” del transitado por el hemisferio norte.
Más allá de las lecturas teóricas transversales, Memorias del subdesarrollo es inquietante. Después de ser sacudidos por la excelencia del trabajo de artistas como Anna Bella Geiger y Helio Oiticica, la audacia de Jesús Ruiz Durand, de E.P.S. Huayco, la sensibilidad de León Ferrari y Lygia Pape, la valentía del Centro de Arte y Comunicación y Claudio Perna, el espectador se pregunta cómo es que el arte del siglo XXI se replegó a la encomienda impuesta por el arte contemporáneo.