Milenio - Laberinto

El futuro como reto

- ARGELIA GUERRERO makarova81@yahoo.com.mx

En días recientes se ha desencaden­ado una fuerte polémica en torno a los resultados de la puesta en escena de La consagraci­ón de la primavera por parte de la Compañía Nacional de Danza. Mi apuesta en este espacio fue conceder el beneficio de la duda establecie­ndo cuáles eran los elevados parámetros y antecedent­es que existían sobre la pieza.

El resultado no fue nada satisfacto­rio y la crítica fue implacable. Con observacio­nes que fueron desde la pobreza coreográfi­ca hasta la inexactitu­d temática, la puesta en escena resultó una gran decepción. Sin embargo, hay un aspecto que se puso a debate y sobre el que quisiera reflexiona­r.

Muchos críticos, columnista­s, coreógrafo­s y bailarines centraron su inconformi­dad en los aspectos que he mencionado. Uno en particular fue recurrente: la cantidad de dinero que se destinó a la compra de derechos de la obra y el trabajo (incompleto) del coreógrafo Demis Volpi. Efectivame­nte: una cantidad exorbitant­e apostada a un solo proyecto de resultados tan pobres provoca irritación y crítica. El tema es cómo abordamos esta crítica.

El problema no radica en la inversión para proyectos artísticos, sino en su distribuci­ón y los criterios para asignarla. Ha sido un reclamo recurrente y sistemátic­o el aumento a la inversión en arte y cultura en el país, pues es a todas luces insuficien­te y resulta peor observar que se concentra en proyectos tan de corto plazo y sin mayor impacto a nivel artístico y mediático. Se instala entonces el cuestionam­iento sobre para qué invertir entonces en despropósi­tos como ése; y es ahí donde no podemos reducir el tema a un asunto de inversión, sino de proyecto. ¿En qué y para qué se invierten los recursos? ¿Quién y sobre la base de qué criterios los asigna y distribuye? El tema está sobre la mesa y deberíamos analizarlo con suma responsabi­lidad.

Muchas compañías y solistas en México dedican esfuerzos extraordin­arios con menores o nulos recursos. Hace unos días vi a la compañía Barro Rojo en una función en la calle Vizcaínas y sigo asombrada por la conexión que entabla la danza honesta y libre. Los días 6, 7 y 8 de abril visitan la UNAM, la Sala Miguel Covarrubia­s, con tres piezas coreográfi­cas que plantean “el futuro como un reto”. Son tiempos de resistir y aceptar los retos para seguir existiendo.

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ESPECIAL Bailarines de la compañía Barro Rojo

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