Regresar a la contemplación
El desfile de egolatría por fin ha terminado, la decepción es más grande que al inicio de este vómito de autoafirmaciones, la calle quedó sucia, el aire maloliente. Afirma Max Stirner que en el reino de la razón no hay lugar para el amor y sin embargo creo que hay lugar para el silencio. Ante los hechos espero que llegue el reino del silencio y que la razón actué al presentarse lo irreversible, que es así como siempre lo enfrentamos. En donde cabe el silencio no caben las indecisiones, la paz no les da espacio, es el lugar de la creación, que inicia con limitadas necedades y continúa con portentosas obsesiones, con rutas que la anagnórisis sugiere, con la razón de estar en el presente. Dejar el camino libre a los egos que cubren vergonzosos propósitos, dejar el reino del ruido a sus voces degradadas por la fetidez de sus palabras, y apartarse, ya habrá rémoras que devoren lo que ellos dejan y miles de corifeos que conviertan esas palabras en leyes y órdenes, que dedican su mezquina laboriosidad en satisfacer a unos, y vengarse de otros. Descansar, regresar a la contemplación, regresar de ese espacio del que hemos sido expulsados por el ruido. Efímeros ante el eterno silencio, efímeros es nuestra privilegiada condición, breve es el paso, partir sin pensarlo. Hay sitio en la creación, hay sitio en el silencio de la contemplación y en las páginas de la poesía. Despreciar el lugar de los gritos y refugiarse lejos, lejos, en donde solo llega el tiempo de mirar, en donde solo hay tiempo de unas líneas, ya habrá rémoras que devoren lo que ellos dejan.
Respuesta a la carta de Tania Bruguera
Sobre mi visita a la exposición de Tania Bruguera, hay hechos incontrovertibles: que cuando pregunté en el museo sobre la obra que consiste en un micrófono, me respondieran que era para mirarse, no para usarse, entonces la obra no estaba cumpliendo sus fines, en este tipo de obras el tema es el fin, porque no tiene más alcance que ese; y que las cámaras de video funcionan como monitores, no generan un testimonio de las acciones. Eso determinó mi experiencia. Es muy clarificadora la reacción de Bruguera tratándose de alguien “en contra de la censura” al negarme la libertad de escribir sobre mi experiencia, “invitándome” a que lo haga en su escenario; indicar qué escribir, cómo y en dónde es típico del autoritarismo. Me parece peligroso que la crítica deba estar bajo esta propuesta de estado policiaco. Bruguera le ofrece al público en el micrófono “un minuto para expresarse”, es lo único con lo que concuerdo, esta exposición y este tema no merecen más tiempo, y creo que ya he dado demasiado.