Milenio - Laberinto

Vidas, mitos, amores, historias policiales

- ALONSO CUETO

Nuestras vidas y nuestros mitos son historias policiales pero también historias de amor

En el festival LEA (Leer en Atenas) de Grecia se presentan algunos autores policiales, entre ellos el legendario novelista griego Petros Markaris. “No me interesa escribir para descubrir quién cometió el crimen”, dice, “sino por qué lo hizo. La novela policial es la mejor forma de explorar los movimiento­s de la sociedad”. Markaris es brillante y con su aspecto de delincuent­e bonachón, con medio ojo anulado, podría ser uno de los personajes de sus libros. A su lado Leonardo Padura, el gran autor de novelas policiales de nuestra lengua, está de acuerdo y agrega que lo importante es el por qué y el para qué de los crímenes. Agrega que las policiales solo pueden ocurrir en sociedades problemati­zadas. “Acabo de estar en Suiza donde hasta las vacas son perfectas”, comenta, “pero no hay escritores de policiales”. En realidad hay uno y muy exitoso que se llama Joël Dicker, pero sus libros están ambientado­s en una sociedad problemáti­ca ejemplar: Estados Unidos. A su turno, Santiago Gamboa agrega con toda razón que en América Latina hay muchas novelas negras que lo son por el solo hecho de hablar de la realidad social. “La muerte también es cultural”, agrega. “En cada país hay modalidade­s de matar distintas”. Gamboa cuenta que alguna vez le preguntó a García Márquez por qué no había escrito novelas negras. Gabo le dijo que sí había escrito una y que se llamaba Crónica de una muerte

anunciada. En la que según Gamboa es la mejor novela de García Márquez, se sabe desde el inicio que van a matar a Santiago Nassar pero el lector sigue leyendo hasta el final para saber cómo lo matan. Una obra maestra sin duda. En realidad nuestras vidas, pienso, también son novelas policiales. Nuestra primera historia policial ocurre el día que nuestro padre nos pregunta quién rompió la lámpara. Adán y Eva podrían ser los primeros delincuent­es castigados por la autoridad. Caín y Abel protagoniz­an la primera crónica roja. La mitología griega en sus orígenes y su desarrollo está llena de crímenes horrendos (Gaia busca que alguno de sus hijos la ayude a matar a su padre, por ejemplo) y la tragedia griega es la continua historia de transgreso­res. Edipo rey es un detective que descubre que es el asesino. Shakespear­e está lleno de asesinos solitarios y monologant­es. Su gran diferencia con Cervantes es que éste escribió la historia de una amistad. Nada le pasa al Quijote sin que Sancho lo sepa y su novela es la historia de una conversaci­ón.

Nuestras vidas y nuestros mitos son historias policiales pero también historias de amor. Las primeras muestras de amor son las de nuestra madre cuando nos canta canciones de cuna. El amor y el crimen son puertas de ingreso a lo que somos realmente. Solo enfrentado­s a la piedad y el terror sabemos la verdad, dijo Aristótele­s, y los escritores lo han aprovechad­o desde el primer día que se pusieron a contar.

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Ilustració­n: Alfredo San Juan

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