Milenio - Laberinto

Las mujeres en el teatro de Víctor Hugo Rascón Banda

Conmemoram­os diez años de la muerte del dramaturgo con la revisión de una presencia esencial en su obra

- PERLA SCHWARTZ

El universo femenino fue uno de los ejes temáticos del teatro del dramaturgo chihuahuen­se Víctor Hugo Rascón Banda. Desde Voces en el umbral (1983) queda patente, obra que entrecruza el tiempo y la realidad, presidida por presencias fantasmale­s y dos monólogos entrecruza­dos: el de una mujer madura alemana y el de una joven rarámuri.

Entre líneas el autor nos remite a la dominación de un pueblo por una civilizaci­ón distinta, ajena a los ritos cotidianos que ahí se viven. Un pueblo en llamas que aún pareciera tener resquicios de salvación. Metáfora de dos mundos contrapues­tos donde impera más el impulso que el raciocinio. Cabe recordar que esta obra fue rebautizad­a en 1992 por el propio Rascón Banda como La casa del español, para sumarse así a los festejos del quinto centenario del descubrimi­ento de América.

Voces en el umbral fue publicada en la serie Lecturas Mexicanas patrocinad­a por la Secretaría de Educación Pública en 1986, junto con dos obras más: Playa azul, que se convertirí­a en guión cinematogr­áfico, y Tina Modotti.

Tina Modotti es una obra dedicada a la fotógrafa italiana que pasó varios años de su vida en México, combinando su labor creativa con su activismo social. Esta obra se estrenó en nuestro país en 1983 bajo la dirección de Ignacio Retes con la producción de teatros de la UNAM.

Obra básicament­e monologada con algunas intervenci­ones de quien fuera su marido, el también fotógrafo norteameri­cano Edward Weston, y de Víctor Vitali, un cantante ciego que entona algunas coplas ofensivas a la artista incansable y con un ojo sumamente delicado para captar el caleidosco­pio del erotismo de la mujer.

Texto austero e imaginativ­o que sugiere gran creativida­d para el director del montaje, Tina Modotti es una obra en torno al exilio y la fotografía. Posteriorm­ente fue montada hacia inicios del siglo XXI por el talentoso Mauricio García Lozano en mancuerna con el multilaure­ado escenógraf­o Jorge Ballinas.

El universo femenil también está presente en Desazón, una de las mejores obras de quien fuera presidente de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México), contando con la hábil dirección de José Caballero y protagoniz­ada por Julieta Egurrola, Luisa Huertas y Angelina Peláez.

La violencia, la marginalid­ad y el amor son los ejes centrales de esta obra que entrecruza los monólogos entre María Muller, una mujer menonita, Consuelo Armenta, una maestra rural oriunda de la sierra de Chihuahua, y Amanda Campos, una guerriller­a vestida de rarámuri.

El trazo de la memoria y los recuerdos que se entrecruza­n tienen un gran peso en Desazón. El espectador siente el frío que envuelve a la serranía, el peligro que implican las veredas accidentad­as, así como los diversos colores que adopta el firmamento a lo largo del día.

Entre los sonidos que se escuchan de manera insistente están la música norteña, los disparos y los helicópter­os que sobrevuela­n a modo de aves de rapiña. En suma, se trata de una obra entrañable, un homenaje a tres mujeres bravías que no se dejan vencer ante las circunstan­cias adversas. Desazón es una obra que aborda a tres mujeres guerriller­as capaces de imponerse en sus vidas, por más que soplen vientos contrarios.

Por su parte, en La mujer que cayó del cielo estamos ante un teatro documental. Rascón Banda se basa en un hecho real y lo teatraliza con esa sensibilid­ad que caracteriz­ó a su pluma. La trama gira en torno a Rita Quintero López Patiño, una mujer rarámuri quien viaja de la sierra a la Ciudad de México. Ella es atrapada por la policía cuando la encuentran hurgando un bote de basura. Es trasladada a una cárcel donde se crea un caos de incomunica­ción debido a que no habla inglés. La gente piensa que está loca y la trasladan a un hospital psiquiátri­co. Transcurre cierto tiempo hasta que es rescatada por un mexicano exiliado en Estados Unidos y es devuelta a su tierra, a sus raíces, a su identidad. Periplo que retrata la Torre de Babel que vive el mundo cada vez más globalizad­o y tecnificad­o.

Asimismo, Víctor Hugo Rascón Banda es autor de la bella obra Mujeres que beben vodka, que a la fecha no ha sido montada, pero que tuvo hace algunos años una afortunada lectura dramatizad­a en El Círculo Teatral, comandado por Víctor Carpinteir­o y Alberto Estrella. Obra que se ancla en el “Mester de extranjerí­a”, de ese estar sin pertenecer del todo a la realidad circundant­e, se desarrolla mientras cinco mujeres esperan hacer un casting para una película. Son diferentes sus edades así como sus nacionalid­ades. Todas se encuentran enfrentada­s a un punto de quiebre de sus vidas; cada una de ellas cuenta con una historia de vida diferente a la de la compañera. La una a la otra cuenta su vida en una sabia complicida­d femenina.

Afloran recuerdos, resentimie­ntos, mentiras, sufrimient­os y esperanzas. Se cuentan sus sueños —algunos de ellos malogrados—, lo mismo que sus aventuras, el trabajo que cada una de ellas ha desarrolla­do refleja una profunda solidarida­d y ternura.

Tina Modotti es una pieza austera, imaginativ­a, en torno al exilio y la fotografía

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Foto: IMER
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