Milenio - Laberinto

Diosas del arrabal

- ANDREA SERDIO

Las reinas del trópico, de Fernando Muñoz Castillo, publicado por Grupo Azabache, es una ofrenda a las diosas del arrabal y los congales, a las rumberas que en su exuberanci­a llevaban el pecado y la penitencia.

La primera rumbera del cine nacional fue María Antonieta Pons. Nació en La Habana el 11 de junio de 1922 y llegó a México de la mano de Juan Orol, con el que estuvo casada. Hizo algunas comedias, pero sobre todo se le recuerda como la rompecoraz­ones en películas como La insaciable, Ángel o demonio, La bien pagada y Konga roja.

Otra rumbera inolvidabl­e es Meche Barba, nacida en Nueva York el 24 de septiembre de 1922. En 1945 alternó con María Antonieta Pons en Rosalinda y en 1946 filmó uno de los mayores éxitos del género: Humo en tus ojos, de Alberto Gout. Con Fernando Fernández protagoniz­ó películas como Amor de la calle, condimenta­das por lágrimas y mucho ritmo.

En 1945 Amalia Aguilar filmó Pervertida, de José Díaz Morales. Fue uno de sus escasos dramas arrabalero­s porque la mayoría de sus películas fueron comedias, en las que se consolidó como extraordin­aria bailarina de mambo. Nació en Matanzas, Cuba, en 1924 y por su carácter alegre y su manera de bailar, en Estados Unidos fue bautizada como La bomba atómica. Una bomba que llevaba rumba en las venas.

Rosa Carmina, quien nació el 19 de noviembre de 1929 en La Habana, fue otra estrella creada por Juan Orol, el estrambóti­co director español convertido en personaje de culto. Llegó a México en 1946, era menor de edad pero tenía un cuerpo que causaba furor. Su primera película con Orol, con quien después se casaría, fue Una mujer de Oriente. Con él filmó también cintas como El reino de los gángsters y Amor salvaje.

Ninón Sevilla fue otra de las divas indiscutib­les del cine mexicano. Nació el 10 de noviembre de 1921 en Provincia de La Habana, Cuba. Empezó su carrera en el legendario programa radiofónic­o La Tremenda Corte, en el coro de Tres Patines y Nana Nina. En México, debutó en el cine con Carita de cielo, al lado de María Elena Marqués, Antonio Badú y Fernando Soto Mantequill­a.

Las piernas de Ninón Sevilla eran dos columnas griegas, según la expresión de Gabriel Figueroa. Pero al bailar también llamaban la atención sus ojos, siempre inquietos, vivarachos y su permanente sonrisa. Ella fue la estrella de Señora Tentación, de Perdida, pero sobre todo de Aventurera, la película que la consagró dentro y fuera de México.

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