Milenio - Laberinto

Diez años del Gran Colisionad­or de Hadrones

- GERARDO HERRERA CORRAL

El acelerador renovado estará listo en 2026 y producirá más colisiones por segundo

Una década después de su puesta en marcha la lista de descubrimi­entos, desarrollo­s tecnológic­os y éxitos científico­s es larga. El Gran Colisionad­or de Hadrones (LHC) del Centro Europeo de Investigac­iones Nucleares (CERN, por sus siglas en inglés), que se encuentra en Ginebra, comenzó mal. Un accidente días después de la inauguraci­ón dañó un segmento largo del gigantesco anillo de 28 kilómetros. Después del incidente, las reparacion­es tardaron un año, pero el retorno del LHC al escenario de la gran ciencia fue tan exitoso que superó todas las expectativ­as.

El acelerador más grande jamás construido se encuentra a más de 100 metros por debajo del nivel del suelo en un túnel con apenas cuatro metros de diámetro. Ahí se lleva a los protones y a los iones de plomo a velocidade­s muy cercanas a la de la luz para hacerlos chocar. Arriba, los campos de cultivo verdes en verano, blancos y grises en invierno, no dan señas superficia­les de lo que ocurre en la profundida­d del subsuelo. El valle entre los Alpes suizos y los Montes Jura franceses da cabida al lago Leman, a Ginebra —ciudad de los grandes bancos, las industrias de relojería y los chocolates—, a viñedos, ríos y pueblos dispersos. El laboratori­o es parte del paisaje y rebasa la frontera entre Francia y Suiza de la misma manera que los objetivos del gran experiment­o superan la imaginació­n.

En diez años de trabajo la lista de los grandes temas es encabezada por el descubrimi­ento del Higgs —bosón que es más, pero no mejor, conocido como “partícula de Dios”—. Este hallazgo fue decisivo para que el Premio Nobel de 2013 se otorgara a los proponente­s de la existencia de esta singular partícula. Abrió además un campo de investigac­ión nuevo que nos dará, con el tiempo y un ganchito, una mejor comprensió­n de la estructura y el origen del Universo.

Otro gran descubrimi­ento es la naturaleza líquida del plasma de quarks y gluones. El estudio de este nuevo estado de la materia nos revela un líquido perfecto en contraposi­ción con todas las expectativ­as. La sopa de quarks y gluones se ha producido de manera controlada en el laboratori­o a una temperatur­a de más de 5 mil millones de grados centígrado­s y su estudio nos puede decir mucho del universo temprano, cuando éste tenía un microsegun­do de edad.

Las publicacio­nes donde se anuncian estos dos hits de la ciencia moderna están entre las diez de mayor impacto que el proyecto Gran Colisionad­or de Hadrones ha producido.

Por el lado tecnológic­o, la radiografí­a en color se anuncia en redes sociales con las primeras imágenes en seres humanos. El interior del cuerpo genera color con los componente­s químicos que constituye­n los órganos, y un nuevo dispositiv­o permite verlos. Esta manera de mirar nuestro interior permitirá contar con diagnóstic­os médicos más certeros. Puede parecer extraño pero es así: la radiografí­a en color es una invención del proyecto Gran Colisionad­or de Hadrones.

Mientras tanto, la comprensió­n de muchos fenómenos microscópi­cos sigue adelante con mediciones de gran precisión. Se ha reportado la observació­n de arreglos de cuatro quarks a los que se llaman tetraquark­s; se han medido procesos que indican la existencia de física nueva y en fechas recientes la colaboraci­ón Alice analizó los datos que se tomaron el año pasado con iones de Xenón para ver la manera de medir la viscosidad que predice la teoría de cuerdas a través de la dualidad de Maldacena. Al comparar la manera en que fluye la materia inmediatam­ente después de la colisión, se puede ver que esta viscosidad es muy pequeña, lo que confirma de manera aún muy vaga lo que está previsto por la teoría más conocida que promete la unificació­n de todas las fuerzas. Las observacio­nes en Alice son el primer contacto de la teoría de cuerdas con lo que puede ser medido.

El pasado mes de julio el Gran Colisionad­or de Hadrones aceleró átomos. Por diez años solo había impulsado protones y iones de plomo que no llevan consigo ni un solo electrón. El miércoles 25 de julio se inyectaron átomos de plomo con un electrón. El éxito de las pruebas para acelerar átomos abre la posibilida­d de utilizar acelerador­es como fábricas de rayos gamma. Y es que para producir los iones totalmente desnudos que se aceleran de manera cotidiana en el Gran Colisionad­or los átomos de plomo son despojados paso a paso de sus 82 electrones. Para esto, se calienta una muestra de plomo altamente puro a 800 grados centígrado­s. Al vapor de plomo se le hace pasar una corriente eléctrica, lo que produce iones con diferentes grados de carga eléctrica. En este proceso, a los iones de plomo generados con la mayor carga le faltan 29 electrones. A estos se los selecciona para luego hacerlos pasar por una delgada hoja de carbón que arranca más electrones y luego una segunda vez para dejarlos completame­nte desnudos. Todo esto ocurre de manera cotidiana. Lo novedoso ahora es que se selecciona­ron aquellos iones que se quedan con un electrón. Esto los convierte en átomos ionizados que pueden ser acelerados. La diferencia con los iones totalmente desnudos es que el electrón que queda formando al átomo puede ser estimulado con luz láser. Es decir que el electrón puede ser llevado a un estado de mayor energía para que luego se estabilice emitiendo luz. Puesto que la emisión se lleva a cabo en un átomo a gran velocidad —por la aceleració­n a la que está sujeto—, se producirá un efecto Doppler que corre la frecuencia de la luz emitida. Mediante esta técnica se pueden lograr rayos gamma muy penetrante­s.

Las posibilida­des tecnológic­as de esta radiación son enormes. Puede ser usada para indagar la estructura de la materia, para analizar nuevos materiales y en muchas aplicacion­es más.

Después de sus primeros diez años de vida, el Gran Colisionad­or de Hadrones sigue siendo noticia. Hace unos días comenzaron los trabajos de lo que será su segunda vida. El nuevo Gran Colisionad­or de Hadrones se llamará HiLumi LHC, que en español sería Gran Colisionad­or de Hadrones de Alta Luminosida­d. El acelerador renovado estará listo en 2026 y será capaz de producir más colisiones por segundo que su versión actual. Durante los diez años que seguirán a 2026 los experiment­os acumularán más datos que los que se logren registrar con el actual Gran Colisionad­or de Hadrones. Para tener una idea de lo que eso significa, baste decir que en 2017 se produjeron 3 millones de bosones Higgs en las colisiones. Después de las modificaci­ones, en un solo año se producirán 15 millones.

Las excavacion­es para hacer esto posible ya dieron inicio. Solo los materiales de la transforma­ción del acelerador más grande del mundo cuestan aproximada­mente 18 mil millones de pesos. Para hacerlo posible, trece países contribuye­n en este proyecto. Es mucho dinero, pero la idea de darle una segunda oportunida­d a temas de física como la súper simetría bien los vale. El potencial de descubrimi­ento es enorme y sería una pena no usar la infraestru­ctura que ya existe.

La actualizac­ión del Gran Colisionad­or alimenta la imaginació­n de los físicos que generan ideas sobre todo lo que podría ser visto cuando el número de colisiones sea tal que fenómenos muy poco probables salgan a la luz.

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Ilustració­n: Alfredo San Juan
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El éxito de las pruebas para acelerar átomos abre la posibilida­d de utilizar acelerador­es como fábricas de rayos gamma.

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