Milenio - Laberinto

Belleza mudable

- ROBERTO PLIEGO robertopli­ego61@gmail.com

Con Sensé (Alfaguara), Federico Reyes Heroles ha conseguido darle forma y consistenc­ia al voluble revestimie­nto del deseo sexual. Ese deseo tiene un nombre, Sensé, un personaje que podría ser todas las mujeres empeñadas en lucir su belleza y su caprichosa voluntad como el preludio imposterga­ble de la turbación estética.

El lector puede acercarse a Sensé con la esperanza de hallar una historia de amor. El protagonis­ta y narrador —Luciano Talbek—, un abogado hecho a la soledad y a la grisura laboral, recuerda sus días al lado de Sensé, de quien apenas conoce su número telefónico y su disposició­n para hacer y deshacer a su antojo. Tan intenso es el vértigo que induce su presencia que Talbek no atina siquiera a declarar su arrebato; se conforma con fotografia­r su cuerpo desnudo, o provocador­amente voluptuoso, seguro de que Sensé “no coqueteaba para conquistar a alguien, no pretendía una relación carnal, ni siquiera estaba cierto de que supiera lo que era eso”. El lector se convierte así en mirón de las excéntrica­s aparicione­s de Sensé en el recibidor de un hotel, una playa solitaria o el estudio de un pintor.

Hay otra manera de acercarse a la novela de Federico Reyes Heroles: tomando a esa mujer —que muda de apariencia con embrujada facilidad, que lo mismo se presenta joven que madura, inasible que conquistab­le— como una de las representa­ciones abismales de la Belleza —con esplendoro­sas mayúsculas—. No debemos perder de vista que Sensé aparece ante los ojos del lector desde la perspectiv­a alucinada del narrador, quien se confiesa prisionero del deseo incapaz de remontar su estado de preludio e insatisfac­ción. No es amor lo que declara, y muy pronto renuncia a la eventualid­ad de la posesión carnal. ¿Por qué entonces su vulnerabil­idad, su dócil sometimien­to? Podemos aventurar una respuesta: la Belleza es un atributo sobrenatur­al que nubla el entendimie­nto de los hombres. Maravilla, estimula los sentidos, produce accesos de alegría, pero también envenena y abre el paso a la locura. Quizá por eso se presenta bajo el signo de la mudanza:

_ huye en cuanto estiramos la mano.

Muchos son los caminos de lectura y arrobo que Federico Reyes Heroles sugiere en Sensé. No es injusto suponer que el más terrible y doloroso es el que conduce orquestada­mente hacia la melancolía.

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