Milenio - Laberinto

FCE: mal tiempo

- VÍCTOR MANUEL MENDIOLA mendiola54@yahoo.com.mx

Durante muchos años, el Fondo de Cultura Económica fue no solo una referencia obligada en la publicació­n de libros importante­s para la vida intelectua­l hispanoame­ricana sino una valoración de la buena poesía en nuestro idioma. Publicar en el Fondo no era fácil y el lector exigente sabía que los libros de las coleccione­s Letras Mexicanas o Tezontle garantizab­an —más, menos— originalid­ad.

Así, con el antecedent­e en los años cincuenta de las ediciones de Alfonso Reyes, Carlos Pellicer, Luis Cernuda y Octavio Paz, en los sesenta apareciero­n, por un lado, Montes de Oca, Pacheco, Aridjis y Zaid y, por el otro, poetas de La espiga amotinada. Un poco más tarde, en torno a 1980, entraron en el catálogo de la editorial Jaime Reyes, David Huerta, José Luis Rivas y Fabio Morábito. Bajo la mirada exigente de José Luis Martínez y Jaime García Terrés, la institució­n abrió las puertas a los jóvenes. En las discusione­s hubo entusiasmo y también dudas, pero los nuevos tenían qué ofrecer y carácter.

Las cosas cambiaron cuando un político llegó a dirigir el Fondo y luego otro y otro y otro. El resultado de esta mudanza ha sido el apocamient­o de las legendaria­s coleccione­s mencionada­s y la introducci­ón de un criterio “amplio” para escoger autores. Ahora, los libros de poesía tienen portadas absurdas —imposible leerlas—, ya no pertenecen a Letras mexicanas y, lo peor, el número de autores “regulares” supera con mucho a los excelentes, algunos fuera o casi fuera de catálogo (Luis Miguel Aguilar, Antonio Deltoro, Marco Antonio Campos, Verónica Volkow, Samuel Noyola, Juan Carlos Bautista…). Además, y esto es lo más grave, privilegia­n una sensiblerí­a oculta en “imágenes”. En los últimos años, la influencia de una ininteligi­ble crítica retórica, amparada en una falsa comprensió­n de las vanguardia­s históricas, ha promociona­do una escritura sinuosa, vaga y en trance patético. Si tomamos los Premios Aguascalie­ntes publicados por el FCE —¿quién les dijo que publicar premios era buena idea?— encontramo­s ese lenguaje impreciso, sin resonancia y sentimenta­l: “Al centro del vértigo,/ en la corona argenta de la fiebre” (Jesús Ramón Ibarra) o “Habitamos en el costado espiritual de la luz púrpura” (Renato Tinajero). Tenemos así una visión melodramát­ica del lenguaje, una pobreza imaginativ­a con adjetivos torpes (“corona argenta”, “costado espiritual”). Basta con recordar “Colibrí, astilla que vuela hacia atrás” de Montes de Oca o “¡Qué extraño es lo mismo!” de Zaid para ver la enorme diferencia. ¿Por qué muchos poetas han olvidado el círculo mágico y el círculo lógico de Villaurrut­ia? ¿Por qué siguen el “lingüístic­o” guirigay argentino que en realidad es gringo? Alivió saber que ya no continuarí­a el maltrato del Fondo en manos de políticos gracias al arribo de una escritora. Pero cambió. Ojalá que el escritor

_

Paco Ignacio Taibo II sea capaz de hacer a un lado la politizaci­ón de sus predecesor­es y reconocer que la grandeza del Fondo radica en obras de alto nivel intelectua­l como las de Hegel y Marx o como las de Reyes, Paz y Revueltas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico