Milenio - Laberinto

“Lo más admirable de Paul es su decencia”

Philip Norman da cuenta de los retos y tropiezos que enfrentó para escribir la biografía del cofundador de los Beatles

- IVÁN RÍOS GASCÓN @IvanRiosGa­scon FOTOGRAFÍA PETE MARINER

Setecienta­s noventa y cuatro páginas conforman Paul McCartney. La biografía (Malpaso, 2018), libro que nadie imaginó posible porque durante años Philip Norman (Londres, 1943) mantuvo una ríspida relación con el cofundador de los Beatles, a pesar de que fue el propio McCartney quien le dio el salvocondu­cto al universo de la banda. Norman lo cuenta en el prólogo: sucedió en Newcastle el 4 de diciembre de 1965, durante la última gira británica. Paul aceptó una entrevista para el Northern Echo, un periódico de poca monta para el que trabajaba Norman. Ligero, modesto, como si la fama, el dinero y el glamour no fueran nada para él, McCartney entornó la puerta del camerino improvisad­o y el reportero accedió fácilmente a John, George y Ringo. La conversaci­ón fue espontánea, divertida y, para rematar, Paul lo dejó sostener su bajo Höfner modelo “violín”, deferencia que podría simbolizar el que un pistolero de los más buscados permitiera a otro apuntar al vacío con su Colt 45. A partir de entonces, el nombre de Philip Norman sería imposible de disociar del cuarteto de Liverpool, pues más adelante escribió Shout!, crónica biográfica de los Beatles, y John Lennon: Life, títulos que armonizan con su vocación de explorador de vidas ajenas, principalm­ente de músicos, como las semblanzas que hizo de Buddy Holly, Mick Jagger y Elton John, aunque habría que decir que Norman no solo es biógrafo, también es novelista y dramaturgo.

Flemático como todo británico de cepa, me responde la pregunta de por qué tras docenas de títulos que se han publicado sobre los Beatles él no abandona el argumento y

sus personajes. “Después de miles, de millones de palabras que escribí sobre Paul McCartney a lo largo de los años, me di cuenta de que mi punto de vista sobre su personalid­ad no era objetivo. Mucha gente cuestiona por qué después de Shout!, la historia de los Beatles que publiqué en los años ochenta, vuelvo a escribir sobre él si ya todo mundo conoce la historia. La cuestión es que con el tiempo me di cuenta de que el auténtico McCartney es un hombre mucho más fascinante de lo que proyecta su imagen pública, y esa es la razón por la que decidí apostar por una biografía de esta naturaleza”. Biografía que, por cierto, en su autoría resulta paradójica porque en Shout! trató a Paul McCartney con rudeza innecesari­a. Menospreci­ó su talento y su valía en el cuarteto, sostuvo que la genialidad le correspond­ía solo a John Lennon, y lo redujo al patético papel de publirrela­cionista de la banda. A pesar de todo, McCartney le autorizó llevar a cabo el libro: “Fue una sorpresa enorme que me diera su autorizaci­ón (tácita) para escribir la biografía. Reconozco que fui injusto con él en la obra sobre los Beatles pues no obstante el distanciam­iento que tuvimos, cuando estaba escribiend­o el volumen sobre Lennon me llamó para ayudarme con ciertos detalles de la historia que solo él podía contar, lo que me pareció extremadam­ente generoso de su parte. Le pedí que me contestara algunas preguntas por e–mail, y lo hizo más rápido de lo que pensaba”.

¿Cuál es la diferencia entre tu obra y la de otros biógrafos como Barry Miles?

A pesar de lo extenso y acucioso del libro de Barry Miles, su trabajo culmina con el final de los Beatles. A mí siempre me ha importado más lo que pasó después. Primero con Lennon y luego con Paul. La gente piensa que con ser un ex Beatle era suficiente para retomar el rumbo pero lo cierto es que las cosas no fueron fáciles. Todo fue muy duro para Paul, le costó años para que la gente lo tomara en serio con su banda Wings, sobre todo por incluir a su esposa Linda. Así que después de los Beatles, mientras John y George, e incluso Ringo, relanzaron sus carreras, y hay que decir que lo hicieron muy bien, a Paul le tomó mucho tiempo conseguirl­o: a pesar de ser tan talentoso, de poseer un encanto irresistib­le, su esfuerzo fue mucho mayor que el de los otros.

¿Has detectado inventos o imprecisio­nes en las múltiples biografías del cuarteto que se han publicado?

No, porque no las leo. Detesto las biografías pop. Son terribles. A sus autores les falta dedicación, esfuerzo. Para escribir acerca de los músicos y su trabajo necesitas cierta habilidad y entrega para ser objetivo con tu personaje. No basta con ser un fan. Necesitas ser un fan con la capacidad para descubrir el detalle interesant­e de los artistas y su obra.

¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Cuál fue el episodio más difícil de recrear?

Todos los capítulos de la vida de Paul son complicado­s de narrar. Sin em- bargo, el más complejo pero fascinante fue el de su encarcelam­iento en Tokio (por posesión de drogas). Estuvo en una celda repugnante, con adictos, asesinos y mafiosos, y lo que hizo fue convertir esa experienci­a en algo positivo. Creo que realmente disfrutó estar ahí, como si se hubiera dado unas vacaciones de ser Paul McCartney.

¿Lo más difícil de descubrir?

McCartney como personaje público. Es impredecib­le. La gente no lo advierte pero es muy inseguro. No como un hombre ordinario ni con su familia sino como artista. Es inseguro en su trabajo. Como todos los genios, nunca está satisfecho con lo que hace. Piensa que puede concebir algo mejor en el futuro, por lo que hay que seguir y seguir en el camino. Ahora bien, segurament­e faltaron muchas cosas que no vi. Jamás llegas a escribir la última palabra por más que explores el carácter de alguien.

¿Cuál es el mayor cambio entre el Paul joven y el Paul septuagena­rio?

Con la edad la gente se vuelve otra, en ocasiones se convierte en su contrario. En el caso de Paul, podemos destacar la agudeza, la salud física, la honestidad, aunque lo más admirable, a pesar de la inmensa riqueza que ha amasado, es su decencia. Mientras muchas estrellas se vuelven monstruos, él sigue siendo un hombre decente.

¿Cómo resumirías la relación entre John y Paul?

John y Paul eran totalmente diferentes en lo familiar, lo económico y social, pero como músicos eran una simbiosis. Paul es zurdo y John era diestro pero ambos podían tocar sus respectiva­s guitarras de forma natural, y de la misma manera conectaban sus personalid­ades: si uno empezaba a componer una canción, el otro la terminaba en los mismos términos en que el primero lo habría hecho. Como si fueran una sola persona, el nivel creativo era igual.

¿Cómo defines a cada uno de los Beatles?

No es posible hacerlo, salvo en conjunto. Ringo en solitario, por ejemplo, no es realmente admirable sino solo con los Beatles.

¿Sabes si Paul ya leyó el libro?

Sospecho que gente cercana a él ya lo leyó, quizá para valorar la calidad de mi trabajo, para ver si hice algo decoroso o de lo contrario recordarle que cometió un error al permitirme escribir sobre su vida. No sé si va a estar totalmente de acuerdo con el resultado, aunque le envié el manuscrito por e–mail antes de su publicació­n, sobre todo por los capítulos acerca de su padre, y respondió con un lacónico mensaje en el que decía que le parecía asombroso que otra persona le descubrier­a tantas cosas de sí mismo.

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Foto: AP
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Foto: Wikia.com
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Portada de La biografía. Arriba: Paul McCartney durante un concierto en Toronto. Abajo: Philip Norman.

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