Milenio - Laberinto

La música de Almodóvar

- ANDREA SERDIO

El cine de Almodóvar es vertiginos­o, distante de las buenas costumbres e inmerso en un espacio poblado de seres marginales. Así ha sido desde el principio, desde Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, película con la que debutó profesiona­lmente en 1980 y en la cual —como en todas las que le han seguido— la música forma parte esencial del guión.

Las prostituta­s, los perdedores, los niños precoces, los amores clandestin­os, los homosexual­es habitan el universo creado por Almodóvar. Películas como Laberinto de pasiones reflejan las inquietude­s y la atmósfera de la movida de los años ochenta en Madrid; las noches pobladas de excesos y personajes como el interpreta­do por Fabio McNamara, quien canta uno de los temas emblemátic­os de la época.

En las películas de Almodóvar hay momentos inolvidabl­es en los que está presente la música del compositor Alberto Iglesias, o canciones que acompañan a la cámara en sus vagabundeo­s por ciudades como la Barcelona de noche que aparece en la famosa escena del túnel de Todo sobre mi madre, mientras se escucha la voz del senegalés Ismael Lo.

Almodóvar encontró pronto una manera, un estilo de contar las cosas. También a las actrices y a los actores que comparten sus desvaríos y genialidad­es. Encontró asimismo una valiosa veta en el cancionero popular que ha sabido explorar con fortuna, como sucede en la nostálgica Volver, en la que Penélope Cruz hace una sorprenden­te versión flamenca del legendario tango de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera.

Tacones lejanos es uno de los trabajos más aclamados de Almodóvar. Estelariza­da entre otros por Victoria Abril, Miguel Bosé y Javier Bardem, tiene una de sus escenas más celebradas en el patio de una cárcel de mujeres en la que de pronto las reclusas, lideradas por Bibiana Fernández —transexual de elevados vuelos—, improvisan una coreografí­a mientras suena la canción “Pecadora”, interpreta­da por los Hermanos Rosario.

Almodóvar es un infatigabl­e explorador de géneros musicales, un transgreso­r que envuelve sus películas con el manto sagrado de la pasión. En La ley del deseo, por ejemplo, mientras Antonio Banderas acaricia y seduce a Eusebio Poncela, se escucha una vieja canción interpreta­da por el trío Los Panchos que resulta decisiva en ese preludio de amor.

En el soundtrack de las películas de Almodóvar cabe todo, o casi todo. Del bolero al pop, de las rancheras a los tangos, del rock a la música disco. En este sentido, su película Los amantes pasajeros es un retorno a la comedia y un homenaje al soul a través de la canción de las Pointer Sisters que los sobrecargo­s bailan en un avión amenazado por la tragedia.

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