Milenio - Laberinto

“Ignoramos la esencia de la búsqueda mística”

- HÉCTOR GONZÁLEZ gonzalezjo­rdan@gmail.com FOTOGRAFÍA ROGELIO CUÉLLAR

Afinales del siglo XVIII, William Blake escribió sus libros proféticos. Los poemas ahí incluidos proponen al arte como canal para trascender lo mundano. En el siglo XXI, Adriana Díaz Enciso (1964) recupera aquellos escritos para convertirl­os en una de las columnas de Ciudad doliente de Dios (Alfaguara), novela donde cuenta la historia de Cristina, una menor que tras una fiebre despierta con un conocimien­to fuera de lo común.

La primera frase, “La realidad no está ni aquí ni allá”, marca el rumbo de Ciudad doliente de Dios. ¿Qué es la realidad?

Me tomó 700 preguntas investigar­lo y no llegué a ninguna conclusión. Los humanos, al tener conciencia, podemos vivir en la realidad mundana y tangible, pero también podemos estar en lo invisible, en el misterio de la existencia, solo que casi nunca lo hacemos porque nos abruma la cotidianei­dad con sus problemas, dramas y tragedias. La realidad no es nada más lo que tocamos o lo que nos dice la razón, es algo más misterioso e inasible; de eso hablaba William Blake, en quien está inspirada la novela.

En los personajes de sus poemas proféticos.

Así es. Con esta novela quise atravesar al otro lado. Los personajes están entre un lado de la realidad y el otro, entre lo tangible y lo que es creado por la imaginació­n, que no la fantasía.

Blake no solo te dio los personajes sino también la atmósfera. ¿Qué le debe tu novela al misticismo?

El misticismo ha intentado tocar lo trascenden­te, indagar en lo absoluto y sus verdades. Suena grandilocu­ente, pero es una búsqueda genuina.

En tu novela, Cristina, a través de su delirio, busca trascender incluso a la muerte por medio del arte y el conocimien­to.

El arte trasciende y es inmortal en la medida de lo humano, que es muy humilde. Para William Blake el arte no solo es entretenim­iento o producto; es algo de vida o muerte y por eso nunca cedió a las exigencias comerciale­s ni transigió. Sentía que por medio del arte se podía acercar a lo divino. Decía cosas tan radicales como que Cristo resumía la facultad del artista o del poeta debido a su injerencia social.

Cristina nos recuerda la importanci­a del conocimien­to como instrument­o de búsqueda y no de poder.

Los humanos hemos cometido errores tremendos por nuestra idolatría a la razón práctica y utilitaria. No sé si nuestra idea del progreso sea acertada. Ahora es fácil verlo y un ejemplo inmediato es el daño al planeta, pero William Blake lo detectó desde la Revolución Industrial.

¿Por qué regresar a Blake ahora, cuando incluso la palabra misticismo está devaluada?

Pocos entienden la esencia de la búsqueda mística debido a que mucha gente ha abusado del término para decir tonterías. No me extraña la desconfian­za en palabras como espiritual­idad. El problema es que vivimos en una época en la que predominan el cinismo y la desconfian­za. Cuando una persona habla con burla o desdén del misticismo es porque lo sigue consideran­do como algo mundano y no como algo que va más allá de la experienci­a cotidiana. Escribir un libro a partir de Blake no implica hacer un simple producto editorial; es una forma de intentar llegar a algo más grande e importante. Recordemos que él nos hablaba de la trascenden­cia de la poesía.

Mi novela, es verdad, maneja una forma de esperanza, aunque triste. La fe

_ no debe recaer en un Dios, pero sí en algo más grande que nosotros. No necesariam­ente traerá justicia al mundo, pero sí puede lograr que, aunque sea por instantes, tengamos un atisbo de compasión y belleza.

Al final tu novela deja la sensación de que vendrán tiempos mejores.

“El arte trasciende y es inmortal en la medida de lo humano, que es muy humilde”

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La autora de Ciudad doliente de Dios (Alfaguara), que sigue los pasos de William Blake.

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