Milenio - Laberinto

El sonido de Morricone

- ANDREA SERDIO

En busca de aquel sonido. Mi música, mi vida, publicado por la editorial Malpaso, es un viaje al mundo íntimo de Ennio Morricone, quien antes que músico quería ser ajedrecist­a o médico, pero su padre le impuso el estudio de la trompeta, que perfeccion­ó en el conservato­rio, donde también cursó composició­n, lo que le permitió trabajar en la televisión y en la disquera RCA, en la que escribió canciones para estrellas como Paul Anka.

Ennio Morricone nació en Roma el 10 de noviembre de 1928. Toda su vida la ha dedicado a la música y al ajedrez. Es un virtuoso que evade la rutina, que experiment­a, que realiza sus arreglos con soluciones insólitas, como lo hizo con “Se telefonand­o”, la canción que escribió para Mina, que —según él— es “a la vez previsible e imprevisib­le”. También escribió arreglos, entre otros, para Mario Lanza, Miranda Martino y Domenico Modugno.

En 1961, Morricone dio comienzo a su largo idilio con el cine con la película El federal, de Luciano Salce, protagoniz­ada por Ugo Tognazzi. Desde entonces ha participad­o en cientos de películas y colaborado con algunos de los mejores directores del mundo. Su primer éxito llegó en 1964 con las bandas sonoras de las películas del oeste de Sergio Leone: Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El bueno, el malo y el feo.

Morricone conoció a Pier Paolo Pasolini a finales de 1965. Le pareció un hombre trabajador, serio, respetuoso, discreto. En 1966 escribió la banda sonora de su película Pajaritos y pajarracos. Volvieron a coincidir en 1968 con Teorema y luego en El Decamerón, Los cuentos de Canterbury, Las mil y una noches y Saló o los 120 días de Sodoma, la última película del cineasta y escritor asesinado el 2 de noviembre de 1975.

En busca de aquel sonido es, más que una nómina de películas musicaliza­das por Morricone, el recuerdo de su amistad y relación con directores como Gillo Pontecorvo, Bernardo Bertolucci, Brian de Palma, Roman Polanski, Oliver Stone. Recoge también el testimonio de sus amigos y su trabajo como director cuyos conciertos incluyen como temas obligados La misión, Cinema Paradiso y Érase una vez en América.

“Escribir música es mi oficio, el que me gusta y la única cosa que sé hacer”, dice Morricone. Para él, la música es una necesidad y un placer; en eso radica su éxito. En 2007 le fue otorgado un Oscar

_ honorífico por toda su carrera y en 2016, después de cinco nominacion­es, a los 87 años ganó por fin el Oscar por la banda sonora de Bastardos sin gloria, de Quentin Tarantino, pero no se da por satisfecho y sigue pensando en nuevos sonidos.

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