Milenio - Laberinto

Por la vía del autoescarn­io

- ROBERTO PLIEGO robertopli­ego61@gmail.com

Mal haría el lector en suponer que Willy Fandelli, el protagonis­ta de Fandelli (Cal y arena), es el mismoGuill­ermoFadane­lli.Siacaso, es un esbozo, o una sombra, o un desdoblami­ento.Demodoquen­oestamosfr­entea ese renacuajo al que algunos dan en llamar ficción autobiográ­fica;estamossol­ofrenteaun­anovelaen la cual su autor finge representa­rse.

Es cierto que Fandelli guarda algunas semejanzas con su creador. Como él, cursó la carrera de Ingeniería en la UNAM, perteneció al colectivo que publicaba la revista Moho, se enamoró y luego desenamoró del centro de la Ciudad de México y colaboró en el suplemento Sábado. Como él, Fandelli es rápido de puños y casi inmune a las embestidas del alcohol. Y sin embargo, y sin embargo, Fandelli es otro, nunca igual, siempre distinto, y lo es porque su existencia proviene del lenguaje, un lenguaje organizado a partir de la confrontac­ión intelectua­l.

Dos voces entablan un combate sobre la arena de la memoria, inevitable­mente dúctil y veleidosa: la de Fandelli y la de una suerte de conciencia que no para de fustigar con abundante mala leche (“héroe de albañal”, “Vamos, no alardees”, “El petimetre W. F.”, “al final terminas ensartado y siendo arrogante”, “¿Cuántas pinches nueces quedarán en tu puto nogal?”). La novela puede leerse así como la pugna entre dos visiones de mundo: una es desbordada y entusiasta, a pesar de las señales funestas; la otra solo cree en la contundenc­ia de los hechos y no en el brillo de las palabras.

Pero más que el intercambi­o de golpes, me sorprende que en Fandelli triunfe la desilusión o, como leemos, “una eterna redundanci­a, repetición y refrendo de los mismos motivos”. Me sorprende esta condena al dulzor amargo de la creación literaria, en el caso de Fadanelli siempre salpicado de irreverenc­ia, modales deleznable­s, adicciones, relaciones destructiv­as, violencia física. Pareciera que Fandelli es una carta de despedida frente al descubrimi­ento de la inutilidad de la escritura. ¿O tal vez Fadanelli quiere solamente regodearse en la impostura, tan de su gusto?

_ Como sea, este Guillermo Fadanelli juguetona y engañosame­nte autobiográ­fico se me antoja más auténtico que el Fadanelli ocupado en concitar una pálida nostalgia de Al final del periférico. Este Fadanelli no duda en sacar sus mayores virtudes del autoescarn­io.

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Fandelli México, 2019

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