Milenio - Laberinto

El esmoquin de Rafael Sánchez Navarro

- FERNANDO FIGUEROA

De martes a domingo, en La Casa del Teatro (Coyoacán), Rafael Sánchez Navarro protagoniz­a Tragaluz (Skylight), de David Hare, al lado de Marina de Tavira. Minutos antes de una función, el actor juega ping-pong con Laberinto.

¿No es un paquetazo interpreta­r el mismo papel que hizo Bill Nighy para el National Theatre de Londres?

En lo absoluto. Que los demás juzguen mi trabajo, pero mira nada más la gran actuación de Marina. Tenemos al mejor director de este país, Luis de Tavira, y escenograf­ía de Alejandro Luna. Me hubiera gustado ver el montaje que mencionas y que ellos vieran el nuestro.

¿Tú también aplicas aquello de “Hágase lo que se deba, aunque se deba lo que se haga”?

Sí. La frase se la escuché a mi padre (Manolo Fábregas), y decía que venía de mi bisabuela, doña Virginia.

¿Pesa más ser hijo del Señor Teatro o de Fela?

La mejor anécdota trabajando al lado de tu padre.

No es un peso sino un compromiso.

En El hombre elefante. A la hora de los aplausos, con todo el público de pie en Mexicali, sentí que él me apretó muy fuerte la mano; lo miré y vi que estaba bañado en lágrimas. Entonces, me dijo: “¡Qué bonito puede ser esto!”. Me puse a llorar también.

Ser un caballero.

El tesón.

Tom Stoppard.

¿Cuál era su mayor virtud?

Y de Fela.

Tu dramaturgo favorito.

¿Te molesta que en algunos medios te ubiquen como “el novio de Marina de Tavira”?

No. Al principio me decían “el hijo de Manolo Fábregas”, “Rafael Fábregas”, “Manolo Sánchez Navarro”. Los que no andan despistado­s saben quién soy.

No exageres.

¿No te viste muy asaltacuna­s con Marina? ¿Era rentado el esmoquin que usaste para ir a los Premios Óscar?

¡Nooo! ¡Qué pasó! Compré el más caro, el más chulo y el que mejor me quedó para acompañar a Marina.

El teniente y lo que el gato se llevó, y mira con qué elenco: Héctor Bonilla, Bruno Bichir, Juan Manuel Bernal, Verónica Merchant y tu servidor. Y nos llevó la chingada.

Drácula.

La claridad de sus proyectos. Sabía exactament­e qué quería hacer.

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Conseguir que un chiste sonara fresco cada día. Un día El Tigre Azcárraga me dijo: “En esta empresa necesitamo­s caras bonitas para los galanes y buenos actores para los villanos. Aquí te necesitamo­s”.

Tu mayor fracaso como productor. ¿Y el mayor éxito?

¿Qué le aprendiste a Ernesto Alonso en de odio?

¿Y a Susana Alexander en Cómo ser una buena madre judía?

¿Te gusta hacerla de villano?

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