La edad de la indefensión
La intimidad adolescente, misterio envuelto en el miedo de sentir, de hablar, de ser descubierto por los demás, antes del autodescubrimiento, se vuelve el codiciado secreto de una joven comunidad que intenta sobrevivir en territorio minado: la etapa de secundaria. Beautiful Julia traslada al espectador a ese estado de indefensión, cercado por la violencia, del que muy pocos salen ilesos.
El texto de Maribel Carrasco y la dirección de Boris Schoemann revelan la depuración del trabajo que ambos han realizado durante años para indagar, analizar y exponer escénicamente el caudal de sucesos que determinan la vida de las personas en crecimiento.
En esta oportunidad, esa microsociedad escolar, que reproduce mecanismos de arbitrariedad y abuso, es puesta por la dramaturga y el director bajo la lente de aumento justo durante el intento por averiguar quiénes somos, cómo podemos mirarnos hacia dentro y cómo nos ven desde fuera, así como el modo en que requieren ser vistos los otros y el mecanismo para lograrlo, entre agresiones, persecución y batallas cotidianas.
Beautiful Julia rompe, mediante un montaje claro, honesto, dinámico y abierto, la resistencia adulta a mirar la adolescencia propia y ajena. Cuatro personajes resumen generaciones enteras en la prepotencia de El Ganso, la tensa sumisión de Erick,
la fuerza, la sutileza y el asombro de Julia, la vulnerabilidad y el pánico de Daniel, agazapados todos bajo su propio escudo para avanzar en la batalla de cada día.
Un piso y dos puertas corredizas que aluden al metal deteriorado de un colegio se transforman mediante un juego casi coreográfico de elementos en la oficina de la directora, la calle, el cine, el bosque y la casa de Daniel, a partir de una dinámica escénica en la cual los personajes reaccionan al momento de nombrar el suceso en que se encuentran, De manera intermitente, alguien más narra, acota, revela, destaca con su voz y su ímpetu lo que viven estos personajes que se encuentran en el proceso de saber más allá de lo que se les ha impuesto.
Fernanda Echevarría, Baruch Valdés, Alfredo Veldañez y Ulises Galván conforman el elenco de este montaje —que alternará, en el caso de los primeros, con Rebeca Ros y Rodrigo Olguín— que entre sus virtudes integra el equilibrio entre intensidad y sutileza para abordar la sexualidad y la identidad de género.
La capacidad actoral de estos jóvenes revela en cuerpo, rostro y mirada, esa transformación, propia de la adolescencia, que va del ostracismo, el rechazo y la agresión al descubrimiento de sensaciones y emociones. El espectador es trasladado así a ese que fue o a aquel que es, en una batalla por un momento de libertad, siempre al acecho de quienes no se permiten esa posibilidad frente al pánico de perder seguridad, territorio y poder.
La metáfora escénica de Beautiful Julia se despliega como una caja de sorpresas a través del diseño de escenografía e iluminación de Jesús Giles, que transforma cada ámbito mediante ligeros y veloces deslizamientos y cambios; el vestuario de Pilar Boliver, que otorga pistas fieles para intuir características de los personajes; el diseño de la música original de Fede Schmucler, que introduce al espectador en atmósferas que van de la zozobra oculta de los personajes al bombardeo social por el que atraviesan; mientras que la realización de video y diseño multimedia de Gerardo del Razo proyecta la pugna entre aparentes contrarios que libra el personaje principal en su afán de arribar al momento de la liberación.
Beautiful Julia es una obra que excarcela a través de un viaje al pánico que vive el adolescente y que el adulto ha aprendido a enmascarar
_ de distintas formas. Este montaje de una obra inscrita en la narraturgia retoma la intensidad, la valentía y el tipo de actuación que se exige para asirse a la palabra como a un paracaídas sin perder vuelo.
Los personajes se encuentran en el proceso de saber más allá de lo que se les ha impuesto