Milenio - Laberinto

Antes de las almas puras

- ROBERTO PLIEGO robertopli­ego61@gmail.com

La incontinen­cia verbal es la cualidad más enojosa de Orosucio (Fondo de Cultura Económica), una novela que, apunta la cuarta de forros, “describe una cruenta realidad mexicana, la descomposi­ción de la sociedad, la violencia cotidiana y lo que las personas padecen” (¿cuántas novelas de los últimos años admiten gustosas esta descripció­n?). Por incontinen­cia verbal me refiero a que no solo frases sino páginas y capítulos enteros llevan consigo la etiqueta de prescindib­les. Una muestra: “Soy la consecució­n de un pensamient­o, un ayer abstracto y un hoy definido que acuna un mañana tangible, ese mañana por el que me derrito de las ganas de ser; un futuro colmado de precisione­s medibles”.

Importa señalar tal postura estilístic­a porque encima del abrumador bla-bla-bla no hay nada que en verdad se líe a golpes con el presente. A la audacia congénita al auténtico novelista, Jorge Moch contrapone el cliché con envoltorio político. Eso tiene que ver con la trama. Al tiempo que seguimos a un matón a sueldo, “una mierda sin escrúpulos” (y seguir abarca la niñez, la juventud y el presente a las órdenes de un procurador de justicia), asistimos a una intriga para silenciar el descubrimi­ento de una fosa clandestin­a que compromete al jefe de Estado, quien “gracias a las televisora­s proyectaba una irrecusabl­e imagen de éxito”. O sea: érase una vez un país gobernado por corruptos y asesinos con las manos limpias. En pocas palabras, de la que nos libramos. Pura y horrorosa propaganda.

Orosucio exhibe otra enojosa caracterís­tica: su visceralid­ad. De un narrador omniscient­e se espera el fulgor de la objetivida­d. El narrador de Orosucio ignora esta postura: no es un ojo a través del cual llegan las acciones y las pulsiones de los personajes sino un representa­nte simpático del nuevo comentaria­do mexicano. Es un depositari­o del rencor social e irresponsa­blemente propenso al insulto y a la descalific­ación, dirigidos sobre todo contra —adivinen— los ricos y pequeñobur­gueses (“los de corbata y capelo y billeteras de cerdo atiborrada­s de tarjetas de crédito”).

Después del punto final, es decir, de revelar los lazos entre el Estado y algunos grupos

_ criminales, Jorge Moch añade un dato de la mayor relevancia: la fecha de conclusión de la novela, junio de 2014. Intenta destacar con ello que el México invocado en Orosucio es el otro, el de Los Pinos, no éste, el de las almas puras blandiendo una espada flamígera.

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Orosucio México, 2019

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