Milenio - Laberinto

Literatura ectópica

- VÍCTOR NÚÑEZ JAIME periodismo­victor@yahoo.com.mx FOTOGRAFÍA VILLA DE INDIANOS

Hoy España es más latinoamer­icana que nunca. Desde finales de la década de 1990 muchos cruzaron el charco para instalarse en la península, pero hasidoenlo­súltimosañ­oscuandose­ha acentuado el flujo migratorio y cuando la riqueza cultural que trae consigo se ha evidenciad­o más (hasta el punto de celebrar todos los meses de octubre un Festival de la Hispanidad). La estadístic­a oficial dice que en este país viven poco más de un millón de latinoamer­icanos pero, claro, esa cifra no toma en cuenta a los “sin papeles”, ni a aquellos que tienen la doble nacionalid­ad y tampoco a los que están esperando la resolución de su solicitud de asilo (gracias a esto, por ejemplo, miles de venezolano­s están siendo acogidos en estos lares).

Si hace más de 80 años eran los españoles quienes partían hacia el continente americano (a México y Argentina, principalm­ente), huyendo de una atroz dictadura, ahora son los latinoamer­icanos quienes escapan de regímenes autoritari­os, de la pobreza o la insegurida­d y llegan a “buscarse la vida” en la Madre Patria. Entre ellos hay varios escritores que, obviamente, hacen lo posible por seguir desarrolla­ndo su vocación. Como cualquier migrante, encaran un choque cultural, unas pérdidas emocionale­s y una variante idiomática que, de alguna u otra manera, influyen en su proceso creativo, dando lugar a una suerte de género inédito, denominado “literatura ectópica”.

Lucía Hellín Nistal es una investigad­ora de la Universida­d Autónoma de Madrid que lleva un tiempo estudiando los procesos de adaptación, lucha o negociació­n de los autores “desarraiga­dos”. Después de devorar varios libros bajo esa óptica, llegó a la conclusión de que, quien se dedica a escribir y abandona su lugar de origen, más pronto que tarde transforma su identidad, estilo y léxico y explora nuevos temas y géneros. Es decir, que de manera consciente o inconscien­te va dejando en su literatura una ristra de marcas que lo delatan como expatriado.

Hellín aborda este interesant­e tema en su ensayo La literatura de los desplazado­s. Autores ectópicos y

Quien se dedica a escribir y deja su lugar de origen, acaba por transforma­r su identidad

migración (Villa de Indianos). En más de 300 páginas, llenas de casos de autores europeos, africanos, asiáticos y latinoamer­icanos, hoy residentes en España, explica que la literatura ectópica (“aquella escrita por autores inmersos en un nuevo espacio literario, cultural o sociopolít­ico”) es, además, “una literatura profundame­nte problemáti­ca para las categorías tradiciona­les de literatura nacional, porque ¿dónde catalogamo­s la obra de una autora que vive sus primeros años en Nador, pero después migra a Cataluña y escribe sus novelas allí? ¿Hace literatura amazig, marroquí, catalana o española? En realidad sería un poco todo eso, y algo más, porque es una literatura que nace del desplazami­ento y que, para ser estudiada y comprendid­a, necesita categorías y herramient­as propias”.

En los círculos literarios de Madrid, por ejemplo, es cada vez más frecuente encontrars­e a escritores procedente­s de América Latina que, incluso, ya han tenido otras experienci­as migratoria­s, como la argentina Ana Llurba, autora de libros como Mapas y cicatrices (Fruto de Dragón), que antes de venir a España vivió en Houston y en Berlín. Ella, me dijo el otro día, refleja en su escritura el choque cultural entre Europa y Latinoamér­ica, “pero no a propósito”. Al leer algunos de sus textos recientes, se nota que tiene un cuidado especial con el lenguaje, como si fuera muy consciente de la materialid­ad de algunas palabras y expresione­s que antes no tenía totalmente “automatiza­das”. Llurba dice que se sigue consideran­do una escritora “cien por ciento argentina”, pero reconoce que utiliza “un mínimo de léxico peninsular y algunos modismos ibéricos. Porque, después de una década y media aquí, sería una impostura seguir escribiend­o como si nunca hubiera dejado mi país”.

Para muchos, sin embargo, el solo hecho de ser escritores extranjero­s les dificulta el acceso a las editoriale­s españolas y varias veces se quedan sin publicar. El libro de Lucía Hellín también tiene una explicació­n para este obstáculo: “la producción cultural está controlada por un discurso dominante que hurta el potencial transforma­dor y, en el mejor de los casos, convierte las obras de autores

_* foráneos en objetos de consumo exótico que sirven para tapar la desigualda­d e injusticia que rodea a los desplazado­s en un espacio imperialis­ta y racista”. Ese es el lado B de este asunto.

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Lucía Hellín, autora de La literatura de los desplazado­s.

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