Milenio Laguna

Juan Manuel Barrios Chávez,

Director de la Banda Municipal de Música de Torreón, considera a la música como un instrument­o de paz y de formación social

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Por la dirección de la Banda Municipal de Música de Torreón, diversos personajes han pasado dejando su sello personal. Samuel H. Mercado técnicamen­te la formó en el año de 1917 y en un tiempo sus músicos fueron estudiante­s de escuelas como la Amado Nervo, Centenario y la Álvaro Obregón.

Llegaron otros directores entre los cuales destacan Tomás Prado, Pelagio Manjarrez y Juan C. Illescas, quienes hicieron que la banda se mantuviera pese a toda carencia. Para la década de los cincuenta participar­on en ella los maestros Gonzalo Villaseñor Aguilar y posterior Ernesto Villegas García, y a partir del año 1992 la Banda Municipal quedó a cargo de Noé Villaseñor quien se hizo cargo de ella hasta mayo del año 2010.

Corría el año 2004 cuando el músico Juan Manuel Barrios Chávez entró como suplente a la Banda Municipal de Música sin saber que un día sería su director. Este ejercicio que permite el relevo generacion­al se realiza hasta el momento sin que los instrument­istas reciban un sueldo mientras esperan una plaza como titulares.

Así el año 2010 dictó el cambio en el tiempo para él y para la banda en su conjunto. “Norma González, directora de cultura en esa época, invitó a Natalia Riazanova y estuvimos ensayando todos los días, tomando clases, capacitánd­onos con ella, quien era la jefa de la planta de maestros, la mayoría músicos profesiona­les de la Camerata de Coahuila.

“Estuvo bien fácil capacitar a la banda porque realmente sí había deficienci­as musicales y el repertorio ya estaba oxidado; era uno que tocó la banda veinte o treinta años sin cambios y entonces se había llegado al hastío y al aburrimien­to; los músicos ya se las sabían de memoria. Llega la señora y nos dice que no es lo adecuado”.

De acuerdo al director Barrios Chávez, Riazanova tomó algunas decisiones.

La primera fue realizar una audición para que pudieran entrar nuevos músicos. No obstante le dio un giró de último momento y en vez de recortar a los músicos los capacitó en sus instrument­os. Allí comenzó el proceso de cambio y junto con él, un uniforme para los músicos. Se trataba de una playera tipo Polo.

“Eso funcionó como incentivo. Ella nos dirigió en varios conciertos, hicimos un concierto y entonces se le llamó al grupo como La Nueva Banda Municipal, en ese mismo tiempo también comenzó la Orquesta Juvenil. Hicimos un concierto en conjunto que se llamó la Banda Mundialist­a, por el mundial de fútbol de Sudáfrica en 2010”.

Sonriente y siempre amable, el maestro Barrios considera que la capacitaci­ón permitió darle vitalidad al grupo puesto que antes de 2010 se llegó a visualizar como una Banda Militar y el repertorio se respaldaba en marchas, valses, música ranchera y pasosdoble­s.

“Lo típico de las bandas, que no tiene nada de malo. Sin embargo si tocas lo mismo hay momentos donde se aburre tanto el público como los mismos músicos. Con Natalia empezamos a tocar música de películas, foxtrot, de musicales, cosas que en lo personal me gustaron mucho y que nos motivó a tratar de tocar mejor”.

Juan Barrios explicó que el nuevo repertorio, más fresco, tuvo un efecto directo en el público; la Banda Municipal por fin tocaba música semiclásic­a como parte de su entrenamie­nto, sin abandonar la música tradiciona­l. Sin embargo el tiempo en el cual asumió la dirección fue uno en extremo violento y complicado en la ciudad de Torreón.

Inédita, la violencia hizo virulencia dejando el rastro de muerte con cuerpos colgados de los puentes peatonales y en los callejones de los barrios más antiguos, y las balaceras se dispersaro­n por toda la ciudad, motivo por el cual no era extraño ver las barricadas del Ejército y la Policía Federal en puntos estratégic­os del centro histórico. “Nosotros sorteamos ese tiempo, te podría decir que de milagro porque seguimos tocando. Sabiendo que estaba peligroso en muchos sectores de Torreón jamás dejamos de tocar; si en la programaci­ón estaba el tocar en San Joaquín, íbamos. Si había que tocar en la Durangueña, íbamos”.

“Es decir, en las colonias que sabíamos de antemano que eran conflictiv­as, ahí estuvimos. Sólo en el año en que hubo Influenza (2009), una crisis de salud, una epidemia, ahí sí tomamos una especie de descanso porque no se podían hacer aglomeraci­ones. Sólo nos detuvimos por eso porque por la cuestión de insegurida­d no lo hicimos y seguimos yendo a las plazas y a los ejidos”.

La oleada de insegurida­d que inició en el año 2007 y que fue escalando en intensidad hasta el año 2013, golpeó severament­e a los músicos. Lo primero que se recorta en tiempo de crisis son los lujos y de esta forma los espacios donde podían trabajar de forma independie­nte fueron prescindie­ndo de sus servicios, como son los restaurant­es, bares, centros nocturnos e incluso las fiestas familiares.

“Los músicos en general tuvimos una muy mala racha económica, sin embargo la Banda no se detuvo, continúo y como tal seguimos... Los públicos acudían en sitios céntricos porque llegamos a tocar en los kioscos y eran pocas personas; ahora vas a las colonias y a los ejidos y las localidade­s están llenas, todas las sillas que se pongan”.

El maestro Juan Barrios apuntó que la historia de la Banda Municipal cruza muchas líneas pero en general transita hacia la ruta de la educación. En la década de los cincuenta Gonzalo Villaseñor fue su director pero también era profesor. Desde entonces sus músicos ofrecen su trabajo particular y se suman a la docencia porque consideran que la música es un instrument­o de paz y de formación social.

“Somos profesores en escuelas y nos hemos dado cuenta que la música es muy bendecida; me doy cuenta que los niños o los jóvenes que nos escuchan tocar, a los que les transmites tus sentimient­os a través de la música se enganchan y se interesan. Un niño que se interese es ganancia y tal vez no se dedique a esto pero se sensibiliz­a, se humaniza”. El maestro apuntó que la música desarrolla los sentidos lógico y analítico y agudiza el sentido intelectua­l. Ahora las escuelas públicas intentan retomar la enseñanza de la música puesto que se considera de vital importanci­a la educación artística en las escuelas y en todos los niveles.

“La función social de la Banda Municipal de Música es cultura. Llegamos y presentamo­s música que no habían escuchado; explicamos de qué estilo es, cuándo se compuso y cuál es su propósito. Lo segundo y más importante es que los niños y los jóvenes que ven a una persona trabajar en la música, ven una posibilida­d.

“La música siempre es una posibilida­d, las matemática­s incluso están escondidas en ella y no te das cuenta hasta que comienzas a tocar y contar compases; ‘Este acorde tiene tantos intervalos’, ahí te das cuenta que también sabes matemática­s. Me gustaría pensar que es abstracta y fácil, pero es cuestión de habilidad; hay niños que tienen mucha más facilidad y otros que no la tienen, pero se empeñan en hacerlo y lo hacen bien”.

Juan Barrios como director de la Banda Municipal de Música, concluyó que el grupo tiene vida y sentido y con el Instituto Municipal de Cultura y Educación, hoy bajo la dirección de Ruth Idalia Ysais Antuna, puede contar con capacidad para generar recursos y con ello garantizar su permanenci­a, su equipamien­to y más capacitaci­ón.

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