Milenio Laguna

Museo de Córdoba, tesoro histórico de 5 mil piezas

En exhibición, 10% de una colección que da cuenta de la vida cotidiana de los habitantes de Mesoaméric­a

- Verónica Díaz/ Córdoba, Veracruz

Fundado el 19 de octubre de 1974 el Museo de Córdoba posee una de las coleccione­s arqueológi­cas más importante­s, entre los recintos de su naturaleza, con alrededor de 5 mil piezas, 10% de las cuales se encuentra en exhibición. Su importanci­a radica en que a falta de otra pieza o documentos históricos, dan cuenta de la vida cotidiana de los habitantes de Mesoaméric­a, explica a MILENIO el director del museo, el arqueólogo Hirokazu Kotegawa.

El arqueólogo de origen japonés, especialis­ta en la cultura Olmeca, dice que, en particular, esta colección muestra claramente el movimiento humano, principalm­ente por razones comerciale­s, porque los habitantes mesoameric­anos trajeron algunas de las piezas que aquí se encuentran.

El inmueble donde se encuentra el museo se caracteriz­a por su estilo colonial y por haber sido, según indica una placa metálica dispuesta en uno de sus pilares, la casa del poeta Jorge Cuesta, ubicada en el centro de Córdoba, Veracruz, en lo que se conoce como el Portal de la Gloria. Está dividida en seis salas dedicadas a arqueologí­a con muestras de las culturas olmeca, maya, huasteca, teotihuaca­na y totonaca.

En cuatro de estos espacios se encuentra, actualment­e, la muestra Vida Cotidiana Prehispáni­ca; en otra sala, pasillos y patio se en- cuentra la exposición permanente Arqueologí­a de Centro de Vera cruz.

Grosso modo Kotegawa calcula que habiendo un aproximado de 7 mil sitios arqueológi­cos en todo Veracruz, si el estado se dividiera en tres zonas (norte centro y sur) aproximada­mente habría 2 mil sitios arqueológi­cos en el centro de Veracruz, incluso Córdoba, lo cual explica la riqueza y variedad de piezas arqueológi­cas, de las que están en exhibición en este museo alrededor de 500 de las 2 mil 500 que tiene registrada­s ante el INAH (Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia), además de las otras 2 mil 500 que se encuentran en proceso de registro.

Estas piezas abarcan un periodo que va del Preclásico, desde 2 mil 500 a.C., hasta 400 a.C., y llegan hasta el periodo Colonial, aunque también se halla aquí el Pebetero que tras llegar a Veracruz, fue encendido en Córdoba el 8 de octubre de 1968 así como en otras ciudades de este estado. “Tenemos casi toda la historia de la ciudad de Córdoba”, dice Kotegawa.

Entre las piezas que destacan de este sitio se encuentra una réplica de Mictlantec­uhtli, dios de los muertos, cerámica, yugos, palmas, hachas y candados. También hay caritas sonrientes, Tlazolteot­l, así como dioses narigudos, figurillas de estilo Remojadas y una réplica del Señor de las Limas de la cultura olmeca, madre de las culturas mesoameric­anas; hay mazos para fabricar papel amate, cinceles, puntas de proyectil, raspadores y buriles.

Finalmente, cuenta con la ludoteca Elena Poniatowsk­a, donde se presentan cuentacuen­tos y otros talleres. “Esta era una zona eminenteme­nte comercial, era el punto de reunión de muchas de las culturas aledañas y las personas que vivían en esta zona atendieron a estos comerciant­es que también dejaron algunas cosas que traían en ese momento de intercambi­o. Por ejemplo, el centro de Veracruz tiene una producción importante de algodón, entonces tal vez hicieron su propio negocio y dejaron algunas piezas y por eso tenemos varios sitios arqueológi­cos y por eso también tenemos piezas arqueológi­cas, lástima que no hay suficiente­s estudios de esta zona, por eso mucha gente no sabe en qué consiste, pero hay gran cantidad de sitios y piezas arqueológi­cas, en el centro de Veracruz”, explica Hirokazu Kotegawa.

La colección del Museo de Córdoba se ha nutrido de diferentes coleccione­s privadas, por tanto aunque algunas piezas se encuentran en proceso de autentific­ación, de las exhibidas solamente cuatro son réplicas, como es el caso del Mictlantec­uhtli, dios de los muertos.

“El original está en el sitio que se encontró porque es de terracota, es decir, de barro crudo, entonces los arqueólogo­s no pudieron trasladarl­a y se encuentra en el mismo sitio donde fue encontrada, El Zapotal”, señala el director del recinto.

Y añade que estas piezas arqueológi­cas, como la exposición temporal Vida cotidiana prehispáni­ca“nos permite saber lo que habían estas personas en sus vidas cotidianas. Sin éstas es casi imposible saber esta historia porque muchos grupos étnicos que vivían en Mesoaméric­a no dejaron documentos históricos para explicarno­s cómo vivían o qué hacían, la única informació­n que tenemos sobre estos humanos son estas piezas”.

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Abarcan un periodo que va del Preclásico, de 2 mil 500 a.C., a 400 a.C., y llegan al Colonial.
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ESPECIAL Diferentes acervos privados lo han enriquecid­o.

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