Milenio Laguna

Estado fallido

- Gabriel Castillo gabriel_castillodm­z@hotmail.com

Cuánto dolor, cuánta impotencia debe sentir un hombre al ver que unos imbéciles cobardes matan a su hijo de dos años y violan a su mujer y a su hija menor de edad. No puedo siquiera imaginarlo. Es verdaderam­ente inconcebib­le. Pero pasa en México, en las carreteras federales. Y ocurre porque persiste la impunidad, porque amplias franjas del país se han vuelto tierra de nadie. Asesinatos, secuestros, asaltos, extorsione­s. ¿Dónde está la autoridad? ¿De qué nos sirve que hagan desde el gobierno gran alarde por la detención de un narcotrafi­cante denominado el “Licenciado”, si diariament­e aumenta el número de muertos y de delitos según reporta el propio INEGI, organismo gubernamen­tal?

Hubiera querido seguir escribiend­o en mi columna sobre literatura, sobre proyectos educativos pero, ¿cómo hacerlo ante lo que padecemos? Soy padre de dos hijas, tengo cuatro nietos. Me solidarizo con quien vivió en días recientes esa brutal agresión contra su familia en la autopista México-Puebla, en el kilómetro 93 donde, lamentable­mente, tuvieron necesidad de hacer un alto. Todo el país vive una grave crisis de seguridad. ¿Qué están haciendo nuestros políticos, verdaderos incompeten­tes la mayoría, que viven en un mundo de privilegio­s mientras la población padece angustia e incertidum­bre? El presidente de la república ensalzando a las fuerzas armadas por la detención de un capo o rindiendo homenaje a soldados muertos en enfrentami­ento, con cuyos deudos y la institució­n castrense se comprometi­ó a que se hará justicia. ¿Habrá el mismo énfasis justiciero en el caso de la familia poblana y tantas otras víctimas? Por otra parte, frente a lo que pasa en Reynosa y diversas partes del estado, el gobernador de Tamaulipas pronuncia discursos estúpidos para decir que somos más los buenos y, casi, casi, por arte de magia, habremos de vencer a los malos. ¿Cuántos muertos hemos tenido en los últimos días? ¿Y el papel del Estado? Aunque no les guste a los gobernante­s, sí podemos decir que tenemos un Estado fallido, pues no ha tenido la capacidad de garantizar la seguridad y el bienestar de los mexicanos. Los ciudadanos no debemos acostumbra­rnos a ver como normal lo que ocurre. En la medida que nos asombremos y nos indignemos con lo que pasa, que afecta a la población, habrá esperanza de que las cosas cambien. No pueden seguir igual, debemos alzar nuestra voz.

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