Milenio Laguna

El empujón de Trump

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

El primer funcionari­o que alzó la voz y el tono frente a la retórica de Donald Trump no fue el presidente Enrique Peña ni el canciller Luis Videgaray ni el secretario de Gobernació­n, Miguel Osorio. No. Fue el titular de Economía, Ildefonso Guajardo, quien pese a sostener un discurso técnico a lo largo de los años, desde sus tiempos de joven negociador del TLC, tomó el papel protagónic­o que su jefe y sus compañeros de gabinete rehuyeron durante meses y condenó antes que ninguno de ellos las amenazas del jefe de la Casa Blanca.

Después se subieron los que debieron responder con la misma fuerza desde el principio, los que decían con no poca ingenuidad que una cosa eran los discursos de campaña y otra la realidad después de la toma de posesión en Washington. Pero ninguno como lo hizo el embajador Gerónimo Gutiérrez en una entrevista con Dpa, al reconocer que la relación bilateral está “en punto crítico” con posibilida­d de “gran retroceso”. Acaso debieran atender un tuit del documental­ista Michael Moore, quien llama a pararle a eso de que ahí viene el

impeachmen­t (variante de juicio político hacia la eventual destitució­n), pues sus promotores son los mismos que juraban que Hillary Clinton iba a arrasar en la elección de noviembre.

Es, pues, hora de pararle al discurso optimista de que todo se va a resolver con buenas intencione­s y voluntad política, expresione­s de bolsillo de los políticos. Pese a su perorata deshilvana­da y talante rijoso, si algo ha dejado claro Trump es que “por ahora” va a la negociació­n del TLC con el firme objetivo de que Estados Unidos salga beneficiad­o, es decir, con más ventajas que sus socios México y Canadá, o de lo contrario se bajará del acuerdo.

De cómo sacar ventaja a partir de su cargo hay una estampa que ilustra esa situación en la reunión de los líderes de la OTAN. El hombre se cuela a empujones y aparta con un manotazo al primer ministro de Montenegro. Ya en el centro de la atención, se acomoda el pantalón como si de un vaquero con pistolas se tratara, retador ante las cámaras.

Es con ese primitivo cowboy con el que se va a negociar el TLC y todo lo demás y ahí, por favor, no hay espacio para el optimismo. La relación, en efecto, está en punto crítico, más allá de la diplomacia.

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