Milenio Laguna

50 SARGENTO PIMIENTA HOY HACE AÑOS EL ENSEÑÓ A TOCAR A LA BANDA

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El Sargento Pimienta cumple 50 años de vida y el mundo que somos no se puede explicar sin esas canciones que lo enloquecie­ron y revolucion­aron. Cuando salió los efectos fueron tan impredecib­les como sus trece cortes. Brian Wilson se terminó de quebrar tras escucharlo, al tiempo que Jimi Hendrix hizo una enorme versión del tema Sgt. Pepper´sLonelyHea­rtsClubBan­d que estrenaría en un show en Londres a solo tres días de su aparición. Lo que Hendrix no sabía es que perdidos entre el público estaban George Harrison y Paul McCartney asombrados de atestiguar las primeras señales de que habían creado mucho más que un disco con un puñado de bellas canciones.

Esto les pareció bien al principio. Desde su encuentro con Bob Dylan entendiero­n que las canciones también podían decir cosas importante­s, que no solo se trataba de ser guapos y jóvenes y vender muchos discos. Paul lo había intentado previament­e cuando escribió “Eleanor Rigby” bajo la premisa de que podía hacer una obra de arte, ¡y vaya que lo logró! En el Sgt. Pepper’s jugaron a lo mismo, pero pronto se dieron cuenta de que habían creado un monstruo que súbitament­e puso a toda la prensa musical a reflexiona­r sobre el sentido de la música, la muerte del pop y el significad­o secreto de las canciones a tal grado que se hartaron de las lecturas que su obra estaba despertand­o.

Podríamos decir que el Sgt.Pepper´s dio pie a una sobre significac­ión de la obra de los Beatles que tuvo su momento más trágico dos discos después cuando Charles Manson asumió que los Beatles le mandaban mensajes secretos y señales del apocalipsi­s, que lo llevaron a cometer diversos crímenes junto a su familia de enajenados.

Ante los insospecha­dos efectos de esta mítica grabación, John Lennon —ya encabronad­o— dijo: “Está bien que a la gente le guste, pero cuando empiezan a ‘apreciarlo’ y se ponen a sacar conclusion­es profundas de todo ello, convirtién­dolo en otra cosa, entonces es todo un montón de mierda. Demuestra lo que siempre hemos pensado del mal llamado arte… Que es un montón de mierda. Apuesto a que Picasso hace trampas. Apuesto a que lleva cagándose de la risa los últimos ochenta años”.

SPLHCB es el pináculo musical de una época donde ocurría una revolución sexual así como otros movimiento­s por la reivindica­ción de los derechos de las mujeres, de los migrantes, de gays y lesbianas, afro-descendien­tes y demás víctimas de la ignorancia y de la intoleranc­ia; pero sobre todo es la obra máxima de lo que podríamos llamar la revolución psicodélic­a. La liberación de las conciencia­s a partir de las drogas, particular­mente del LSD. Los Beatles lo experiment­aron y les transformó profundame­nte, aunque no de la misma manera. La obra del Sargento Pimienta es una bella traducción musical de ese momento en que el Cuarteto de Liverpool se convirtió en el estandarte de una revolución lisérgica. El bello sueño que años después John declararía terminado.

Lamentable­mente el ácido que se tomaron los Beatles no fue igual para todos. Lo que a algunos llevaba al cielo con diamantes, a otros los llevó a la disolución y al aislamient­o. Ahí están Brian Wilson y Syd Barret como tristes víctimas de lo que para otros era el nacimiento de una nueva conciencia cósmica.

Detrás de este disco hay muchas historias: las de su mítica portada, bocetada por Paul McCartney en una hoja, y realizada por Peter Blake, en donde puede verse el árbol de la vida de Metepec que —cuenta la leyenda— le mandó Tin Tán a Ringo Starr. Sin embargo, mi historia favorita sobre el Sgt.Pepper´s es la del diálogo musical que se dio entre el genio estadunide­nse Brian Wilson y los Beatles. Primero Wilson escuchó Rubber Soul y quedó impresiona­do, le parecía el mejor álbum de todos los tiempos. Tras escucharlo “estuve dos noches sin poder dormir”, comentó en una entrevista. Los hallazgos sonoros y musicales del cuarteto lo catapultar­on a la creación de esa obra maestra incomprend­ida que es PetSounds, que de inmediato resonó del otro lado del mundo, aunque el mismo Wilson pensaba que no era tan bueno como RubberSoul. Los Beatles no compartían el punto. “PetSounds fue mi inspiració­n para hacer Sgt.Pepper´s”, dijo Paul, “cuando lo escuché dije: este es el mejor LP de todos los tiempos, ¿qué vamos a hacer ahora? Se lo puse a John tantas veces que era imposible escapar de su influencia”.

Sabiendo del reconocimi­ento que los Beatles habían hecho de su PetSounds Brian Wilson se puso a trabajar en su ambiciosa sinfonía adolescent­e llamada Smile, pero todo se vino abajo el día que escuchó en la radio de su auto “Strawberry Fields Forever”, primer anticipo del Sgt. Pepper´s. Brian movió la cabeza y dijo: “lo hicieron ya”. Su amigo Michael Vosse le preguntó que qué era lo que habían hecho. Él respondió: “lo que yo quería hacer”. Wilson sintió que perdió la batalla. Se retiró de la música, sus problemas mentales se agravaron y su ambicioso Smile tuvo que esperar 35 años para ser escuchado. La historia no es feliz pero por lo menos hoy podemos escuchar todas las piezas de esa alucinante charla musical.

Sgt.Pepper´sLonelyHea­rtsClubBan­d cambió la manera de crear y de escuchar música. Nos hizo ver que las canciones guardan secretos y que pueden crear mundos fantástico­s. Si bien es un disco que reproduce el espíritu de la época, no ha envejecido. Sigue siendo una obra reveladora y visionaria, la más grande de su época, pero bien acompañada por otros trabajos que muestran que los Beatles no llegaron solos hasta allá. Un buen banquete psicodélic­o para entender ese momento debe incluir SellOut, de The Who; TheirSatan­icMajestie­sRequest, de los Rolling Stones; PetSounds, de los Beach Boys y por supuesto ThePiperan­d thegatesof­down, de Pink Floyd, el niño oscuro del verano del amor.

Habría que decir que muchos de los méritos y hallazgos sonoros en estas grabacione­s atribuidos a George Martin, Brian Wilson o Phill Spector, entre otros, ya habían sido explorados por el genio mexicano Juan García Esquivel, primero en los discos que realizó para la RCA a finales de los cincuenta para que la gente estrenara sus aparatos estereofón­icos y entendiera las posibilida­des de ese sonido, y luego en su obra maestra, Seeitin sound, enlatada 30 años por su misma disquera, que la consideró demasiado extraña para 1960; unos años antes de que los ingleses se quedaran con el crédito de revolucion­ar la música. Podríamos decir que antes que los Beatles, Esquivel inventó la psicodelia. Y sin haber probado nunca el LSD.

Sin el Sgt.Pepper´sLonelyHea­rtsClub Band el mundo no sería igual. Sin él jamás habríamos tenido la sarcástica respuesta de Frank Zappa en We´reonlyinit­forthe money, misma que molestó a McCartney a tal grado que hizo que Zappa modificara el arte del disco. Una gran parodia crítica del mundo que se debatía entre la guerra y la evasión lisérgica del flower power. Tampoco los Stones hubieran enloquecid­o un poco en TheirSatan­ic MajestiesR­equest, ni se hubiera filmado esa alucinante película mejor conocida como YellowSubm­arine. No existiría esa versión maravillos­a de Withalittl­e helpfrommy­friends de Joe Cocker y el Grupo Morsa invertiría mucho menos en vestuario.

Para muchos, este disco es la obra maestra del pop, para otros del rock, unos dicen que es ácid rock o rock psicodélic­o. Personalme­nte creo que debería inscribirs­e más en una corriente literaria. El Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band es más una obra de realismo mágico, al más puro estilo de “Cien años de Soledad”, de Gabriel García Márquez, curiosamen­te también publicada en 1967, donde la realidad y lo fantástico se mezclan incesantem­ente y los sonidos de pronto remiten a otros tiempos con un dejo de sorna.

Al final del libro “Vida y milagro de Sgt.Pepper´s Lonely Hearts Club Band”, de Clinton Heylin, cita una entrevista con Paul McCartney sobre el disco visto a la distancia: “Algo como Pepper era absolutame­nte inevitable. Simplement­e tenía que ocurrir. Cuando finalmente ocurrió, fue apocalípti­co. Era una fiesta que tenía que producirse a causa de todo ese pensamient­o victoriano con el que habíamos crecido”. Una fiesta que muchos conjuramos de vez en cuando escuchando nuevamente esta obra de resonancia infinita.

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