Milenio Laguna

Los ciudadanos de Torreón sufrían los altos impuestos

Las autoridade­s del Ayuntamien­to elaboraron un plan de pago de impuestos que prácticame­nte iba a desplumar a medio mundo

- Cecilia Rojas

No era novedad, ni tampoco que se dispusiera de los dineros públicos a diestra y siniestra, sin decir en que se iba ese dinero. Las administra­ciones anteriores a Eduardo Guerra mandaban un informe aunque fuera ahí para que nadie dijera nada, cada mes.

Lo malo fue que se acabaron el dinero y por eso se aprobaron más pagos de impuestos. Los agricultor­es torreonens­es amenazaron con irse a Gómez porque entre los cargos iban pagos mayores por electricid­ad, uso de agua y drenaje.

A propósito de raterías, uno de los atracadore­s de la Joyería La Perla fue detenido en el tren que iba a San Pedro; cuando el ladrón se dio cuenta de que la policía le echó el ojo, se metió al baño y aventó por el excusado un reloj cuajado de brillantes, que quedó cuajado de sabrá Dios que tanto, aunque luego lo lavaron bien. Al ladrón lo pusieron a confesar donde estaban los otros rateros.

El Parque España iba a ser la sede de los tradiciona­les Festejos de Covadonga, gala de la comunidad hispana en La Laguna. Los organizado­res eran puros jóvenes de la comunidad, que sin duda iban a hacer que el festival luciera en su esplendor.

También de los colonos ibéricos, se informó que pronto iba a comenzar la construcci­ón de lo que sería el moderno Sanatorio Español, frente a la finca en la que ya trabajaba la Casa de Beneficenc­ia Española que ya brindaba generosos auxilios médicos a la comunidad lagunera.

De por sí que eran muy desconfiad­os los aliados, y como los delegados alemanes no llegaron para el jueves a París, ya estaban pensando los aliados que se iban a echar para atrás. Foch les aventó un chanquilaz­o, diciendo que ahora sí, ahora sí iba a caerles el chahuixtle.

En Alemania, los delegados recién nombrados no querían ir a Francia. Y eso que eran nuevos. El brillante militar Von Hindemburg que estaba al mando de los ejércitos germanos, hasta renunció porque esa firma no debía ser. Los alemanes en cambio si querían la paz, porque morían de hambre.

También la delegación italiana iba saliendo de sus ranchos, aunque ellos seguían muy molestos porque no se les dotó el control de algunos de los puertos claves en las operacione­s militares.

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