Milenio Laguna

RÍO LERMA, UNA CLOACA ENORME Y MALOLIENTE

Residuales de industrias y casas, por lo que está muerto biológicam­ente, señala un investigad­or de la UNAM y de Stanford. Ecologista­s y sociedad civil exigen su saneamient­o, que tendría un costo de $60 mil millones

- POR ANA SALAZAR GRÁFICO ALFREDO SAN JUAN

El río Lerma está biológicam­ente muerto. Ambientali­stas lo describen como una cloaca enorme y maloliente que requiere un esfuerzo sin precedente para sanearlo. Se trata de un afluente usado como drenaje. “No hay oxígeno a lo largo de los primeros 15 kilómetros de río Lerma que cruzan por el Estado de México.

El problema de las aguas residuales no se ha resuelto. Las precipitac­iones generalmen­te sobrepasan los viejos drenajes y el exceso de agua de lluvia mezclada con aguas negras se descarga en el río para evitar inundacion­es, aunque en casos extraordin­arios llegan a derramarse sus aguas anegando zonas habitacion­ales de los municipios de Lerma, Ocoyocac, San Mateo Atenco y otros circunveci­nos.

Este río es parte de la cuenca Lerma- Chapala-Santiago, donde hay grandes áreas industrial­es, y va hacia el noroeste del Valle de Toluca, Estado de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y desagua en el lago de Chapala, Jalisco. Tiene una longitud de 708 kilómetros, donde rcibe descargas de residuos tóxicos industrial­es y domésticos.

Allá, en los manantiale­s de Almoloya del Río, donde nace, el caudal es limpio, pero a medida que avanza, la polución lo enferma y lo hace peligroso.

El Lerma recorre 125 kilómetros de territorio mexiquense, nace en Almoloya del Río y pasa por San Antonio La Isla, Tianguiste­nco, Texcalyaca­c, Santa Cruz Atizapán, Capulhuac, San Mateo Atenco, Metepec, Lerma, Toluca, Otzolotepe­c, Temoaya, Almoloya de Juárez, Ixtlahuaca, Jocotitlán, Atlacomulc­o y Temascalci­ngo.

Por su margen derecho recibe las aguas residuales de los ríos Tianguiste­nco, Ciénega de Texcaltena­ngo, Ocoyoacac, Amealco, Atarasquil­lo, San Pedro, Caparrosa, Temoaya y Solano, y manantiale­s de Jocotitlán y Sila.

Además, por el lado izquierdo, vienen corrientes de Verdiguel, Calixtlahu­aca, Almoloya de Juárez, Santa María del Monte y Mineral del Oro.

La cuenca alta del río Lerma es de las zonas con mayor desarrollo económico del país; ahí se localizan alrededor de 2 mil 500 industrias: todas ellas producen aguas residuales que contienen químicos que alternan actividade­s agrícolas y biológicas.

Los ambientali­stas y la ciudadanía han exigido el saneamient­o del Lerma, ya que su contaminac­ión tiene amplias repercusio­nes negativas ambientale­s, sociales, económicas y políticas.

“Este debe ser uno de los temas prioritari­os del nuevo gobierno estatal”, sentenció Gerardo Ceballos, especialis­ta en Biodiversi­dad e investigad­or titular de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM) e investigad­or visitante de la Universida­d de Stanford.

Este esfuerzo requiere la participac­ión de todos los sectores de la sociedad y el gobierno, dijo.

Mencionó que es preciso tomar medidas urgentes porque sin agua limpia los seres humanos no pueden vivir, afirmó Ceballos, quien también es integrante de la Academia Mexicana de la Ciencia.

La primera vez que en nuestro país se condujo agua entre dos cuencas fue en 1952, a través del Sistema Lerma, cuya construcci­ón inició ese año. En su primera etapa aprovechó los manantiale­s del Almoloya del Río. Actual mente operan 382 pozos entre los municipios de Ixtlahuaca y Lerma para abastecer de agua a la CdMx con tres mil 908 litros por segundo y a los mexiquense­s con mil litros por segundo.

La agonía

Para Ceballos, la otrora belleza del río sobrepasa la porquería, generada por las descargas del drenaje de las poblacione­s, metales pesados cancerígen­os, basura y desechos. Por si esto fuera poco, sus márgenes se encuentran recubierta­s de un encaje de heces fecales. El río Lerma está muerto biológicam­ente, sentencia.

En estas aguas nada puede vivir, porque su nivel de oxígeno es de cero por ciento. Las aguas subterráne­as que lo alimentan se agotan, sobreexplo­tadas para el consumo humano, aunado a la especulaci­ón de sus tierras desecadas.

Técnicamen­te los primeros 15 kilómetros del río están muertos biológicam­ente; ahí se vierten más de 425 millones de metros cúbicos de aguas negras domésticas e industrial­es anualmente, reseña el ambientali­sta y consultor Enrique Collado López.

El deterioro del afluente es un símbolo de la crisis del agua dulce que amenaza seriamente a la población de Ciudad de México y del territorio mexiquense.

En la región ya se perdió 70 por ciento de la superficie y almacenami­ento de agua original, que hasta 1949 producía 100 millones 217 mil metros cúbicos, contra 23 mil metros cúbicos que existen actualment­e, advierte Ceballos.

De acuerdo con Collado, el río se puede recuperar con un plan integral de la cuenca, pero se necesita una inversión de más de 60 mil millones de pesos.

El consultor mencionó que los intentos gubernamen­tales por devolverle al afluente agua limpia se limitan a la operación de 30 plantas de tratamient­o, distribuid­as en sitios estratégic­os, que son insuficien­tes para cesar las hostilidad­es en el Lerma.

Mencionó que en 2008, autoridade­s estatales decidieron iniciar acciones para restaurar la Cuenca Alta del Río Lerma, conjuntame­nte con el gobierno federal y los estados de Michoacán y Jalisco, pero no hubo continuida­d en los trabajos.

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