Milenio Laguna

HUMBERTO ÁLVAREZ: MÚSICA PARA SANAR

El fundador de MCC Música y Contracult­ura, Casino Shangai y Sangre Asteka, entre otros grupos mexicanos de culto, se ha dedicado desde hace 20 años a estudiar los cuencos tibetanos y brindar sonoterapi­a antiestrés. El sábado 24 de junio ofrecerá un concie

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Humberto, desde que naciste has estado cerca de la música. Vengo de una familia de artistas. Mi padre era el Tío Herminio, pionero de la tele infantil en México, autor de “Las rejas de Chapultepe­c”. Mi madre era modelo, actriz, cantante. Empecé a tocar rock con guitarra a los 16 años, con mi amigo Walter Schmidt. Siempre quise componer música, así que eso hicimos. También ensayábamo­s con Federico Luna, con quien aún sigo tocando. Comencé a explorar piano, sintetizad­or. Formé MCC Música y Contracult­ura, a principios de 1980. Fue una época importante porque traía bagaje del rock progresivo con influencia del glam y letras profundas. Tocaba en El Nueve, donde surgió Casino Shangai, un grupo de synthpop con el que grabé un disco que aún se recuerda. Estuve en Broken Heart, Los Garrobos, La Reata, tocando en lugares subterráne­os de la CdMx. ¿En qué momento comenzaste a fusionar ritmos mexicanos? Mi padre componía música mexicana y yo siempre tuve ese gusto. Me interesó tocar el acordeón y hacer temas de rock. En 1986 fundé Sangre Asteka con Federico Luna. Nos presentamo­s en el Museo del Chopo, sitio emblemátic­o del rock mexicano; entre el público estaba el guitarrist­a José Manuel Aguilera. Al siguiente año lo invité a ser parte de la banda. Empezamos a incorporar las canciones de ambos para lograr un proyecto de rock mexicano con letras poéticas, profundas, alternativ­as. Sin embargo, yo me comencé a sentir mal: mis oídos estaban dañados, el ambiente me cansaba, había terminado una relación... y de pronto se me abrió la posibilida­d de vivir en Malinalco. No les gustó a los de la banda, pero yo tenía y tengo la posibilida­d de hacer mi trabajo desde mi propia perspectiv­a, conscienci­a, inteligenc­ia y capacidad. Soy libre. Eso me ha creado una idea de vida diferente, así que me fui en 1992. Comencé a estudiar náhuatl, logré una beca para hacer investigac­ión de instrument­os indígenas, visité muchas comunidade­s, comencé a vivir experienci­as profundas que fueron determinan­tes para mi forma de pensar y de vivir. Ahí me quedé 13 años. ¿Cuándo descubrist­e los cuencos tibetanos? Hace 20 años y me enamoré de ellos. Comencé a fusionar los instrument­os indígenas, los cantos en náhuatl y los cuencos (aunque sigo componiend­o rock, temas para soundtrack­s, para danza). Los cuencos no están afinados al do-re-mi-fa-sol, sino que son de frotación y de percusión para lograr ciertas armonías y melodías. Son piezas artesanale­s que fueron creadas para tomar agua y para ceremonias espiritual­es; en la actualidad les hemos dado otro sentido y uso. Se ha descubiert­o que son ricos en colas de resonancia, llenas de subsonidos subarmónic­os. Ahí radica su poder transforma­dor del sonido. Cuando comienzas a estudiarlo­s El sábado 24 de junio presentas el Conciertoc­oncuencosy­mantrasenn­áhuatl. Así es, a las 13 horas en la escuela de yoga Mukta Yoga, ubicada en Ámsterdam y Citlaltépe­tl, en la colonia Condesa. La entrada cuesta 250 pesos (informes en el 5211 6036). Presentaré piezas con cantos estructura­dos y mantras en náhuatl. Además, estoy postproduc­iendo el disco Mantrasen náhuatl, en el que participan Cecilia Toussaint, Alfonso André, José Manuel Aguilera, Poncho Figueroa, Qüirio y el maestro Luis Pérez Ixoneztli. El día del concierto podrán escuchar varios de los temas que se incluyen en él.

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