Milenio Laguna

Nuestro salvador no vendrá de Marte

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Una pregunta, estimados lectores: ¿entre los posibles salvadores de los mexicanos, ahora que tan necesitada está la patria de una figura providenci­al que la purifique con el fuego transforma­dor de los justos, habrá alguno —uno, por lo menos— que no haya sido parte del denostado “sistema”, que jamás de los jamases haya recibido el más ínfimo beneficio de los que prodiga el aparato institucio­nal, que nunca haya sido parte de la estructura pública y que pudiera alardear de que, en momento alguno de su perra vida, haya paladeado las mieles del poder?

Dicho de otra manera, y mucho más concretame­nte, ¿existirá algún personaje, de los que pudieren ganar las elecciones presidenci­ales de 2018 y llevar luego las riendas de esta nación, que no haya sido militante, digamos, del PRI, o que no se haya apoltronad­o en una de las dormilonas de nuestro Congreso bicameral, o que no haya sido líder de esta o de otra “organizaci­ón”, o que no haya competido para un cargo público que posteriorm­ente haya ocupado gracias a las bondades de nuestro sistema electoral, o que no haya aceptado, por ejemplo, las dádivas que las leyes otorgan a los partidos políticos para que compitan en “condicione­s de total equidad” o que no haya siquiera merodeado en los espacios ocupados, ya no digamos por los “ricos”, sino por los “poderosos” de casa?

Reflexione­n ustedes diligentem­ente sobre esta cuestión y, si son tan amables, envíenme a mi correo el nombre de ese redentor cuyo plumaje no se hubiere jamás mancillado en los lodazales de la política y que no hubiere tampoco ocupado un cargo público ni tenido la más mínima terneza con nuestra Administra­ción.

En espera de que me sea revelada la identidad de ese titán de la pureza ciudadana, me permito, con el permiso de ustedes, subrayar que la figura que más cumpliría con ese prerrequis­ito es, curiosamen­te, Donald Trump. Naturalmen­te, eso es en otros pagos y el hombre no es ya un simple competidor sino que gobierna plenamente en nuestro vecino país.

Pero, volviendo a los acontecere­s en el terruño, me gustaría conocer el nombre del supremo “independie­nte”. Simple curiosidad, oigan…

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