Una prueba de lealtad
Apenas sietes días después de asumir la presidencia, Donald Trump invitó al entonces director del FBI, James Comey, a una cena en la Casa Blanca. En el encuentro privado, Trump le preguntó a Comey si quería permanecer en el cargo. Ante la sorpresa del hombre encargado de dirigir una de las investigaciones sobre el alcance de la interferencia rusa en la democracia estadunidense, Trump remató con esta petición: “Necesito tu lealtad, espero tu lealtad”.
Casi cuatro meses y medio después, el ahora ex director del Buró Federal de Investigaciones se presenta ante la comisión de inteligencia del Senado para rendir lo que se perfila como un testimonio explosivo. Sabemos lo que Comey piensa leer, pero todavía no sabemos lo que le van a preguntar los miembros del comité, ni tampoco hasta dónde llegará en sus respuestas.
El testimonio no marca el final de esta película; por el contrario, las revelaciones incluidas en el documento difundido ayer y las que podemos esperar hoy en su interacción con los 15 legisladores del comité (8 republicanos y 7 demócratas) abren un nuevo capítulo en esta historia.
Comey podría traer algo de claridad al tsunami de especulaciones que ha generado la cercanía entre individuos vinculados al gobierno ruso y el entorno de Trump. Cercanía sobre la que todos los involucrados han mentido públicamente o han tratado de minimizar.
Es prematuro hablar de un juicio político o de consecuencias legales que puedan costarle la presidencia a Donald Trump pero, por primera vez desde el arranque de la administración, la salida prematura de Trump ha dejado de ser una simple aspiración opositora para convertirse en una posibilidad real. Una posibilidad que comenzó a gestarse la noche del 27 de enero en el Cuarto Verde de la Casa Blanca, cuando el presidente Trump le pidió al director del FBI una prueba de lealtad.
Por lo pronto, la Casa Blanca tendrá que aprender a operar bajo investigación. El proceso pinta para tomar meses o incluso años, lo que significa que la nueva administración debe encontrar la forma de avanzar su agenda legislativa y de gobernar de forma efectiva en medio de un escándalo político que promete consumir buena parte de su energía y también de la nuestra.