De cómo el Senado mermó a quienes calificarán las elecciones
El 20 de octubre del año pasado el Senado cumplió su obligación y renovó la Sala Superior del Tribunal Federal Electoral. Tres magistrados (Felipe de la Mata, Janine Otálora y Mónica Soto) fueron nombrados por un periodo de nueve años; otros dos (Felipe Alfredo Fuentes y Reyes Rodríguez) por un periodo de seis años, y los dos restantes (Indalfer Infante y José Luis Vargas) por un periodo de tres. Los magistrados juraron, tomaron posesión, todo en orden.
Unos días después nos enteramos que durante su negociación para elegir a los magistrados, el PRI y el PAN habían concertado cambiar el tiempo en que esos magistrados durarían en el cargo. Los de tres durarían seis, los de seis durarían ocho ¿Por qué? Porque pueden.
En esos días, en Nexos, se publicó que esto sería “a todas luces inconstitucional, pues, con ello se violaría el procedimiento de designación establecido en la Constitución, el principio de separación de poderes, así como el artículo 13 constitucional (….) y en términos políticos, estamos frente a una eventual decisión que afectaría gravemente la credibilidad de los magistrados recién nombrados y que amenazaría con disminuir aún más la baja legitimidad de la Sala Superior”.
Pues PAN y PRI así lo hicieron. Prorrogaron sus nombramientos. PRD y Morena acudieron a la Suprema Corte. El caso cayó en el escritorio de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien en unas ho- ras o días presentará su conclusión a sus compañeros.
Y tengo información suficiente para afirmar que el ministro dice pues que sí, que sí fue inconstitucional lo que hizo el Senado.
En las próximas semanas, entonces, mientras los magistrados de este nuevo Tribunal Electoral analizan estas dos complicadas elecciones en Coahuila y Estado de México, la Suprema Corte de Justicia estará discutiendo si fue constitucional una parte de su nombramiento. Si a los que creen que tiene chamba por seis años solo les queda un par, por ejemplo.
Y los magistrados lo aceptaron. Sí, primero la chamba. En el Senado, por cierto, todos tranquilos. Total.